Capítulo 2.-Carne podrida.

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Su cuerpo se sentia pesado y vacio, más hueco que su propio corazón. Echado boca abajo en una cama que no le pertenece reanudo su llanto, igual sin fondo.

Las pesadillas iban y venian. Él simplemente no podia detenerlas. Otra vez, su cabeza se torció. Trato de levantarse, pero no podia. El dolor no lo dejaba lograrlo.

Y otra vez, la luz.

La puerta del baño hizo un chirrido extraño. De ella salio un hombre con ojos distraidos. Al girar la perilla no se percató del ambiente frívolo.

-¿Sucedió lo mismo? - Pregunto el mayor volviendo rápidamente hacia el joven en la cama. Este último, no lo miraba. Seguia aguantando el maldito nudo en su garganta. Entonces, en aquel milésimo de segundo sintio la calida mano del hombre rozar su cabello. Esta vez, se sintió aún peor.-Deberiamos hablar de ella, ¿sabes?

El joven albino refunfuño como respuesta. Hundio más su rostro contra la sábana reusándose a aceptar la pregunta del hombre. En un silencio cortante, los dos no soltaron palabra alguna. Los dos, sabian, que aquel tema habia sido enterrado el mismo día en que "eso" sucedió.

-Sé que no es mi culpa.- Sorpresivamente el menor respondió. El hombre respiro hondo observándolo en un silencio innato.-Pero él me buscaba a mi... Y es por mi que ella...-

-Lo sé, y es por ello que las pesadillas responden a un instinto inconsciente... porque tu mismo sigues culpándote.- El mayor se levanto inmediatamente de la cama para abrir las ventanas cerradas impidiendo a la noche entrar a su habitación.

El menor en cambio, se envolvio aún más en las sábanas no dejando ver su cuerpo desnudo. El hombre sonrió a medias viendo como el albino trataba inultilmente de volver a dormir.

-No es el momento adecuado de decirlo pero hoy la agencia organizará una fiesta de confraternidad.- El hombre de ojos chocolate volvio a mirarlo con el mismo carisma de siempre. El menor esta vez trato de sonreir igual.

Después de todo, el mañana parecia más peligroso que la noche.

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