Me sentía perdido, nada valía, no estabas, me habías dejado, eras las estrella, la luna y todos los planetas de mi sistema solar pero ahora ya nada de eso existía, se había ido, te lo habías llevado contigo.
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Estaba atardeciendo cuando Aurora me dejó la pequeña libreta de su padre en mi regazo.
Yo la miré confundido, y ella solamente me indicó que la abriera.
En ella se encontraban cientos de apuntes, escritos a mano, sobre cada uno de los planetas, estrellas, constelaciones y cualquier otra cosa que pudiera existir en el cielo.
En cada página adjuntaba fotos, dibujos o esquemas de cada cosa, era realmente una obra de arte.
Miré las últimas páginas, en ellas había otro tipo de letra, la de Aurora.
Escribió sobre galaxias, en esas hojas había cosas que me maravillaron, ¿cómo podía saber tanto?
Cuando lo iba a cerrar lo vi, vi un pequeño dibujo en la contraportada, era ella, mirando al cielo, conmigo.
Tragué saliva y se lo devolví.—El dibujo...–Hablé despacio.
—Me gusta que estés conmigo cada noche.–Ella lo dijo deprisa, atropellándose con las palabras.
—¿Quieres que lo siga haciendo?
—No lo quiero, lo necesito.