Tus ojos parecían un mar lleno de estrellas, tu sonrisa podía iluminar hasta el lugar más oscuro, y tu voz tenía algo, algo que te enganchaba, parecías una sirena, y yo, el idiota marinero que se enamoraba de ti.
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Estaba en mi cuarto cuando, desde mi ventana la vi, estaba igual que la noche anterior, me mordí el labio inferior, mis ganas por volver a hablar con ella aumentaban por momentos.
Sin más bajé al jardín, el cielo estaba oscuro, me asomé, esperando que me viera, pero estaba tan concentrada mirando algo en su amado telescopio que ni se percató de mi presencia.
No sé cuanto estuve allí, solo mirando lo que hacía, empezaba a hacer frío pero ella no tenía intención de irse dentro.
Cuando estaba por marcharme la chica me habló, sin mirarme, con voz alta y clara.—¿Qué puedes decirme sobre Urano?
La miré y retuve el aire.—Urano es el séptimo planeta del Sistema Solar.–Anuncié esperando no confundirme.
Ella por fin me miró.—Se llama así en honor de la divinidad griega del cielo Urano, el padre de Crono, Saturno, y el abuelo de Zeus, Júpiter. Aunque se ve a simple vista en el cielo nocturno, no fue catalogado como planeta por los astrónomos de la antigüedad debido a su escasa luminosidad y a la lentitud de su órbita.
Me sostuvo la mirada unos instantes más y volvió a lo que estaba haciendo, esa fue mi señal, debía marcharme.
