capítulo 4

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Christian me miró enfadado y yo lo miré a él de la misma forma.

-eres...- Christian no alcanzó a terminar, porque el señor Fisher apareció.

Estoy en problemas. Pensé.

- señorita Vortton- me dijo- ... va a tener que disculparlo-

Disculparlo? Yo le dí un golpe, no me regañará a mí?...

- él no era así, comenzó a ser de esa manera cuando su ma...-

-Cállate Pablo!- lo interrumpió Christian- no tienes porqué decirle eso a esta vaga- dijo apuntandome.

Vaga? Yo? Que tiene este tipo?! Es un discriminador y un arrogante, es un imbécil. Me estaba empezando a caer bien, ahora me arrepiento.

- señorita Vortton, acompañeme- me dijo el señor Fisher.

Yo lo seguí dejando solo a Christian.

- a mi nadie me deja hablando solo, Vortton!- gritó a mis espaldas , pero yo lo ignoré. - ey! Vortton!!-

Bajamos las escaleras y ahí su voz se desvaneció. Yo seguí al señor Fisher hasta la sala de estár.

- sientese- me ofreció el señor Fisher y yo obedecí, él se sentó frente a mí - lo lamento...- comenzó a decir- el no es así...-

- no tiene que disculparse- le interrumpí.

Hubo un gran silencio.

- por cierto - me dijo el señor Fisher mientras tomaba una bolsa- su traje está listo-

-ya? Tan rápido?- pregunté sorprendida.

- claro, tenemos cinco costureras en la mansión-

Ah, claro, estos tipos son multimillonarios...

- mañana empieza- me dijo en señor Fisher.

-mañana? Que pronto..-

-hay algún inconveniente?-

-no nada, no se preocupe...- dije, aunque si había algo.

Cuando llegué a casa les conté a mi mamá y mi hermana que solo podría venir los fines de semana, no estivieron de acuerdo, en absoluto, pero yo no podía hacer nada más.

Me acosté pensando en lo que dijo Christian, fué hiriente. La primera vez que lo ví sabía que sería arrogante, es un total idiota. Mi primera impresión fué esa.

Al día siguiente me encontraba en la mansión con mi nuevo traje, que me quedaba algo corto y ajustado, lo cual no me agradaba en absoluto.

- al medio día se almuerza, por lo que tendrá que tomarnos la orden y llevar los platos hasta la cocina para ser lavados.- me explicaba el señor Fisher- luego de eso lava la ropa, barre y trapea el piso, limpia las ventanas, ordena las habitaciones, preparas la cena....-

Me pregunto cuando descansaré.

- te irás acostumbrando con el tiempo- me dijo el señor Fisher con su mano en mi hombro, es muy amable la verdad- comienza lavando la ropa-

- si señor- dije obedeciendo, aunque no quisiera.

- el cesto de ropa sucia está en el baño- me dijo- te acuerdas dónde está el baño?-

-si, señor-

- entonces anda -

Atravesé el pasillo, para subir las escaleras y llegar al baño, allí había un cesto lleno de ropa sucia, me llegaba hasta las caderas, tome cada prenda y la coloque en la lavadora.

- que haces imbécil?- dijo Christian detrás mío, que no se en qué momento había llegado- la ropa blanca va aparte-

- si... ya lo sabía- dije sacando la ropa blanca que había hechado.

Que estúpida debí haber sonado.

- eres una inútil-

Esta bien, hasta aquí llegó.

-oye que te pasa?! Primero eres gentil y luego te comportas como un...- no me dejo terminar, porque me acorraló contra la pared.

- hablame con respeto- me miró clavandome sus claros ojos- soy el hijo del presidente- me dijo con su aliento a menta, y se marchó.

Que le pasa?! Pensé.

El día fué un infierno, lavado, tras limpieza y órdenes y más órdenes, pero tengo que conformarme y pensar que es por mi familia.

- Sirvienta!- me llamó Christian desde su habitación.

Entré y estaba sentando es su escritorio revisando unos papeles.

- traeme un vaso de agua- me dijo

- puedes ir tú solo- le dije enfadada.

Se levantó de la silla y me tomó del brazo evitando que saliera de la habitación, me miró a los ojos y se acercó un poco - por favor- me dijo.

De verdad no le entiendo, es amable, luego es un idiota y después es amable, en serio, ¿ que quiere de mí?

- ahora vuelvo- dije, y salí de la habitación a la cocina. ¿ Qué estoy haciendo? No debería dejarme llevar por sus estúpidos encantos. Es un estúpido!

Volví con su vaso de agua, se levanto de su asiento con los brazos extendidos y me dijo :- gracias sirvienta- y fué cuando le tiré el agua en el rostro, no sé como pasó, pero sucedió y me sentí bien al hacerlo.

Cuando se limpió el rostro con sus mangas me miró no enfadado, si no sonriente, pero como si estuviera reprimiendose.

-no me trates así- le dije- no porque trabaje para tí significa que me tengas que tratar de manera tan discriminadora, soy un ser humano igual que tú- saqué todo lo que tenía dentro reprimiendo, pero él comenzó a reír, lo que me enfadó más.

- Vanessa, Vanessa- dijo acercandose lentamente- se te olvida con quién estás tratando!?-

Si, lo sé, y sé que es peligroso faltar el respeto a las máximas autoridades o a sus familiares, pero este tipo no merece respeto. No me importa lo que me hagan después de esto, pero hay que dejar a este discriminador en su lugar.

- sí y?- dije desafiante, demostrando que no tenía miedo, aunque era todo lo contrario.

- quieres llegar a la silla eléctrica niña!?- me dijo, ahora sí, enfadado.

- señorita Vortton- me llamaron detrás mío.

Me giré, era el señor Fisher. Que llegó sin que me diera cuenta. Seguro le informará a el presidente que le he faltado el respeto a su hijo y tendré graves problemas.

- acompañeme por favor- me dijo, él salió de la habitación, bajando las escaleras y yo lo seguí.

Sentía mi pecho oprimido y un nudo en el estómago. No debí haber hecho eso.

Qué me dirá?

Me va a despedir por eso?

Creo que hará algo peor.

Los presidentes de Pangea pueden hacer lo que quieran contigo, lo cual no es justo, pero así es. Pueden matarme... lo cual no me importaría, pero dejaría sola a mi madre y mi hermana...Estoy entre la espada y la pared.

El Principito Y La SirvientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora