capítulo 26. Alguna vez te has enamorado?

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Después de que el joven visitante llamado Robert pasara casi toda la noche conversando con el presidente y Christian en la sala de Estár, yo aproveché para subir a buscar los cestos de ropa sucia, primero el del Presidente, luego el de Christian.

Su habitación estaba horrible, toda desordenada y sucia y no había podido entrar a limpiarla en todo el día, por que él estuvo aquí, no sé que hacía Christian , pero dejó un chiquero con la cama desordenada, las sábanas sobre su televisor plasma, la ropa amontonada en el colchón y que reventaba en el cesto, envases de comida chatarra sobre el suelo, latas de bebida... En fin, era un asco. Tenía mucho trabajo que hacer.

Cuando ya estaba terminando de sacudir de polvo los muebles, pasé por su ropero y lo abrí para poner la ropa que ya había lavado el día anterior y colgué sus camisas, era la primera vez que yo lo hacía, pues simplemente me decían que dejara la ropa limpia sobre la cama, pero yo la quise ordenar para él.

Para él?

Que ridículo, mucho trabajo me está afectando.

Ya había abierto el cajón sin darme cuenta para meter su ropa interior, pero decidí mejor dejarla sobre la cama y que él la guardara.

Lavé la ropa sucia y las sábanas que tenía por lavar, por suerte habían dos lavadoras y grandes, así que alcanzaba para lavarlo todo.

- Vanessa - me dijo Fisher mientras echaba detergente dentro de la lavadora. - El presidente la llama-

- bien- dije poniendo en marcha el lavado y saliendo para ir a la sala de Estár, en eso Fisher me sonríe y me mira con predilección.

- Qué pasa?- le preguntó.

- Nada- pero después agregó- sólo que antes bufabas cada vez que te mandaban a hacer algo-

- lo hago por mi familia- tartamude avergonzada y me fui con pasos rápidos.

Al llegar Christian fue el primero en alzar la vista para verme y yo inconscientemente también me enfoqué en él.

- podrías llevar a Robert a la habitación de invitados? - me dijo el presidente - llegó de un largo viaje y necesita descansar.

- muchas gracias señor- contestó el joven levantándose del sillón y caminando hacia mí.

Yo obedecí y lo guié hasta la habitación.

- si necesita algo me llama- le dije al llegar.

- tan educada que eres - respondió él mientras tomaba el pomo de la puerta - así me gustaría que fueran todas - y entró a la habitación.

Y a me gustaría que personas como no tuvieran boca, así no hablarían estupideces

Dí un resoplido y me dispuse a bajar las escaleras.

- sirvienta - me topé con Christian a punto de bajar y me sonrió con su mirada de superioridad - Qué haces descansando, no deberías trapear el piso?-

Por una vez en mi vida, quise ser madura, apreté la mandíbula y bajé sin decirle nada.

Mal agradecido y yo que estuve limpiando tu asquerosa habitación mientras te dabas de ocioso con tu amigo en el sillón!!

El Principito Y La SirvientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora