capítulo 19

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Amanecí en mi cama, un rayo de luz proveniente de la ventana cayó sobre mi rostro, no sé cómo llegué allí, porque lo único que recordaba era que la noche anterior acompañe a Christian mientras se desahogaba, pero luego, probablemente me quedé dormida.

Ví la hora, eran las siete y media de la mañana, tenía que levantarme pronto para comenzar un largo día de trabajo, así que me froté los ojos y con un bostezo me levanté levemente, para quedar sentada en la cama, escuché un sonido parecido a un leve rugido, me giré con mi cara somnolienta y de pronto sobresalto y casi caigo de mi cama.

- ¿¡Qué haces aquí?!- le pregunté furiosa, mientras miraba si es que todavía llevaba mi ropa puesta, y sí, no tenía ningún rasguño tampoco.

Christian abrió los ojos y me miró, yo también lo miré enojada esperando respuestas, entonces el abrió la boca para contestarme o eso pensé pero se dió media vuelta para seguir durmiendo.

- ¡Idiota!- le dije empujándolo para botarlo de mi cama, de todas formas era pequeña, así que no bastó mucho para que se cayera.

- ah!- dijo una vez que cayó al piso junto a las sábanas - sirvienta mal criada- dijo levantándose con todo el cabello alborotado.

- Tú tienes tu propia cama!- le dije con las manos cruzadas.

- mal agradecida!- dijo él mientras se acariciaba la nuca y salía de mi habitación.

¿Mal agradecida? ¿Por qué?

Yo suspiré y seguido de él también salí, pues necesitaba ir al baño para mojarme un poco la cara y arreglarme el cabello, mirando al suelo cansada salí de mi pieza pero sentí una mirada sobre mí, levanté la vista y para mi sorpresa Fisher estaba viendome con su cepillo en boca sin mover, con una toalla al hombro, mirándome con grandes ojos detrás de sus gafas, luego entendí. ¡Nos había visto salir a mí y a Christian de mi habitación! ¡Maldición! No sabía que hacer y el idiota de Christian simplemente ignoró la presencia de Fisher y se fue directo a su habitación.

Tenía que explicarle a Fisher que nada pasó, esta seguramente es la escena más vergonzosa que he vivido, ¡Maldigo al idiota de Christian!

- nosotros no..- traté de excusarme, pero simplemente Fisher sonrió, siguió lavandose los dientes y entró al baño, sin esperar mis explicaciones, como si lo dedujera todo.

Esto estaba mal, muy mal, ¡Lo mal interpretó todo!

Volví a entrar a mi habitación avergonzada y me apoyé en la puerta intentando no caer. Sólo quería que la tierra me tragase.

Miré el desastre de mi cama y me dispuse a ordenarla.
¿Cómo había llegado hasta allí? Pensé mientras sacudía las sábanas. Tal vez Christian me había cargado hasta aquí, pero ¿Cómo?¿Él sólo?¿Cuando fue? ¿Por qué rayos no me dí cuenta? No, la verdadera pregunta es ¿¡Por qué rayos se acostó en mi cama!? Idiota.

Bien. Decidí que era mejor dejarlo pasar, olvidar lo que sucedió, después de todo no pasó nada más hayá de los límites, solo dormir... creo, eso espero. Rayos, me consume la cabeza y no puedo evitarlo, siento muchos cosquilleos en el estómago al pensar en eso que ya me estoy artando.

Cuando escuché la puerta del baño abrirse, instintivamente salí para encontrarme con Fisher, estaba completamente como nuevo, su cabello bien peinado, su rostro renovado y listo para empezar el día.

- No pasó nada entre nosotros- le dije inmediatamente.

Fisher me dedicó una sonrisa y colocó su mano sobre mi hombro - no debes preocuparte, no le diré a nadie- y siguió caminando hasta su habitación.

El Principito Y La SirvientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora