Era una tarde fría, había llovido en la mañana, no se oía el canto de las aves ni se podía apreciar la luz del sol, era una tarde gris.
Iba Kyoko caminando por la calle, era una calle desconocida, había gente caminando de aquí para allá, todas esas personas sumidas en sí mismas. Era una calle ajetreada, típico de una ciudad.
Muchos se preguntaron donde estuvo Kyoko la vez anterior, pues, la respuesta...
El padre de Kyoko, quien no se mantenía mucho en casa, había recibió una llamada importante de un socio europeo, quien le ofreció hacer negocios con él, por lo que el padre de Kyoko decidió viajar a Francia, llevándose consigo a su esposa y su hija. Este aviso fue repentino, llevándose este a su familia de un día para otro, en fin, a Kyoko no le había dado tiempo de avisarle a alguien que se iba de viaje. Casualmente habían ido a parar a París.
La madre de Kyoko le había dado permiso para salir a dar una vuelta fuera del hotel donde se hospedaban, pero solo por los alrededores para no perderse, además, llevaba un teléfono celular, pero solamente podía realizar llamadas locales.
Kyoko miraba al cielo desconsolada, por alguna razón se sentía vacía, sentía que debía ver a alguien, se sentía sola. El ambiente de esa tarde no le ayudaba. En Japón, estaba acostumbrada a ver la luz del sol ocultarse lentamente, era algo hermoso. En París, era diferente, las únicas luces que podía apreciar, eran las de las boutiques y negocios que se encontraban en la calle, sin mencionar las luces de la Torre Efiel.
Kyoko miraba con nostalgia una banca que se encontraba en la calle, por alguna razón, recordaba algo sucedido tiempo atrás en un lugar así. Kyoko decidió sentarse y ver el cielo, el cual se encontraba nublado. Eran casi las 7 de la noche, empezaba a oscurecer, por lo cual, Kyoko decidió regresar al hotel.
Caminando por la calle, solo deseaba más y más regresar a Japón y poder ver a esa persona especial para ella. Mientras caminaba, a lo lejos pudo divisar a una persona que iba montada en una bicicleta, pero no le dio importancia, pero, al ver que se acercaba más y más a ella, se sorprendió, cuando de la nada... ¡SLAM!
Kyoko había quedado tendida en el suelo, casi inconsciente, mientras, la otra persona se levantó queriendo ayudarla. Lo último que vio Kyoko en ese momento, fue a la persona acercándose a ella para ayudarla.
"Kyoko... Kyoko... Ven... Ven y quédate conmigo..."
En ese momento, Kyoko abrió los ojos de forma repentina, pudiendo observar el cielo falso de una habitación.
"Oh, veo que despertaste" - se escuchó una voz.
Kyoko - ¿D-Dónde estoy...? ¿Quién eres tú? - dijo desconcertada.
"Soy Saki, y estás en mi casa" - dijo explicándole a Kyoko.
Al verla, se dio cuenta de que era una chica hermosa, esbelta figura, ojos de color miel, cabello castaño y liso, amarrado con un lazo color blanco.
Kyoko - ¿En tu casa?
Saki - Así es, lo que sucede es que tuvimos un pequeño accidente, iba en mi bicicleta y accidentalmente chocamos, jeje... - dijo rascándose la cabeza.
Kyoko - Ya veo... ¡Es cierto! Debo llamar a mi madre para que sepa dónde estoy... - dijo preocupada.
Saki - No te preocupes, vi que tu celular sonaba, así que lo contesté, y era tu mamá. Le expliqué lo sucedido y quedó en venir dentro de un rato.
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En Mi Mente y Con Mi Alma
RomanceCuando te das cuenta de la realidad, la fantasía se pierde. Diversos problemas amorosos, con un final indefinido. Los personajes son propiedad de Namori.