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DESPERTAR

E X T E R N O

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E X T E R N O

Abrió los ojos débilmente y la estridente luz cegadora le hizo cerrarlos de nuevo. Sintió una mano áspera y grande apartarle el flequillo de la frente con delicadeza. Con esfuerzo, volvió a abrir sus oscuros ojos. Pudo vislumbrar a duras penas que se encontraba en una habitación completamente blanca. Como en un hospital. Como en el hospital del Templo Jedi. Abrió más los ojos, y la mano que le acariciaba la cabeza con cariño se separó sorprendida.

—¿Khëila? 

Aquella voz juvenil y amable le habló con un tono algo ronco y apresurado. Su maestro le colocó una mano en el hombro mientras ella se esforzaba por mantener los ojos abiertos y ver aquel rostro lleno de cariño. Y barba.

—Khëila, ¿me oyes? 

Asintió con la cabeza muy despacio, y los ojos de Obi-Wan parecían sonreírle. Él resopló con alivio y le acarició el brazo.

—Menudo susto me has dado — suspiró sonriendo—, te has dado un buen golpe en la cabeza, sangrabas y todo. 

Como si fuera un conjuro, la parte posterior de la cabeza comenzó a dolerle. También reparó en que llevaba un vendaje entorno a esta.

—¿Me han rapado el pelo? —preguntó en un murmuro.

Cerró los ojos, pero escuchó la sonrisa en la voz de tu maestro.

—¿El pelo? Por la fuerza, Khëi, no. ¿Es eso lo que te preocupa, el pelo? —rió.

—El pelo tarda mucho en crecer —se excusó pasándose una mano por la trenza de padawan. 

—Será mejor que descanses —cambió él de tema—: necesitas dormir.


Meditaba en una sala bañada en penumbra junto a su maestro. Su entrenamiento se había retomado tras su recuperación. Había aprendido fintas, perfeccionado sus trucos mentales y manejado la fuerza. Lo último no había hecho mucha falta trabajarlo: los midiclorianos estaban muy concentrados en su sangre, percibía los más ligeros cambios, dejando a su maestro totalmente impresionado.

Sentía todo moverse a su alrededor, fluir a través de la fuerza. Respiró profundamente, sin ver nada en la oscuridad pero viéndolo todo a su vez. Las primeras imágenes llegaron como una ráfaga. Frunció el ceño, intentando entender y conservar los detalles de la visión.

Unas manos grandes se deslizaban por su cintura con cuidado. Unos labios se posaban en su cuello, y su respiración y ritmo cardíaco estaban agitados. Intentó mirar a su acompañante, pero sólo pudo distinguir débilmente sus rasgos masculinos entre la oscuridad. Cuando quiso verle los ojos, antes de que la besara, la visión terminó de golpe.

Jadeó sorprendida, como si le hubiesen tirado un cubo de agua helada encima. Se levantó de un salto, seguida de su maestro. El hombre, al ver su cara de espanto y sus ojos desbordantes de lágrimas de ansiedad, la rodeó fuertemente con sus brazos.

—¡Khëila! ¿Khëi, qué pasa, qué has visto? —susurró sorprendido.

—No sé, era todo muy confuso... —soltó otro sollozo, temblando contra el pecho de Kenobi. 

—Cálmate, cálmate... 

La guió hasta un sillón, y se acuclilló frente a ella. Le pasó aquellas manos —que se le hacían tan conocidas— por las mejillas, apartando las lágrimas. Sus ojos azules brillaban con preocupación.

—¿Qué has visto? —repitió con preocupación. 

La chica suspiro temblorosamente y se pasó una mano por el pelo, más clamada.

—Yo... No estoy segura. Alguien me abrazaba, un hombre. Cómo si fuera mi pareja. —Otra lágrima descendió por su mejilla. — Yo no puedo tener una pareja, está mal. Quiero ser una Jedi.

El hombre le sonrió con cariño.

—La fuerza lo hace todo por una razón. Las visiones te dan pistas sobre tu futuro.

—No quiero ese futuro. 

—Quizás te dé pistas sobre como evitarlo. 

WRONG ━ Obi-Wan KenobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora