Capitulo 3

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Las otras plagas

Gabriel flotaba fuera de la atmosfera de la Tierra. Frente a él, el planeta azul. A su espalda, el negro vacío estelar. Sus enormes alas blancas se extendían surgiendo de él, dándole al arcángel un aire majestuoso, imponente.

Con sus ojos claros, observó la Tierra. Con sus sentidos sobrehumanos, escuchó sus sonidos: venían en gran cacofonía. Gritos, gemidos, suspiros, alabanzas, rezos, oraciones, etc... un ruido ensordecedor de fondo.

El mundo se presentaba ante él con toda su gloria, con todo su esplendor... con toda su decadencia.

-Ay, ay, ay de los que moran en la Tierra - susurró - Puesto que la hora ha llegado. La hora del castigo.

A continuación, pronunció palabras de poder, mismas que había leído en el pergamino lacrado con los siete sellos. El efecto no se hizo esperar... Fuego y granizo mezclados con sangre fueron lanzados sobre la Tierra. Cayeron sobre las selvas y los bosques, quemando la tercera parte de la vegetación. Colosales incendios arrasaron hectáreas antes verdes, reduciéndolo todo a cenizas.

Pero Gabriel no se detuvo allí. De nuevo pronunció palabras de poder y desató los siguientes castigos. Lo hizo cinco veces.

Las catástrofes se sucedieron en el siguiente orden: una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar, convirtiendo las aguas en sangre y matando a la tercera parte de los peces que las habitaban. A continuación, las aguas de los ríos y las fuentes se envenenaron con ajenjo, produciendo la muerte instantánea de todo aquél que las bebiera...

Como si con esto no fuera suficiente, la tercera parte del Sol también fue dañada, por lo que su luz apenas iluminaba algo durante el día.

Ignorando los gritos de agonía y las lamentaciones que su accionar provocaba, Gabriel prosiguió. Ejecutó los castigos que quedaban sin que le temblara el pulso, siquiera.

Una plaga de langostas-escorpiones llenaron los cielos de las principales ciudades del atribulado mundo. Su picadura resultó terrible para todas sus víctimas, pero en esta ocasión, no hubo muertes. Sí un feroz tormento en vida, debido al veneno.

La última plaga asestó el golpe definitivo: de repente, un brote de locura estalló entre la población de algunos países de la Tierra. Como si estuvieran poseídos por demonios, los hombres procedieron a matarse los unos a los otros con lo que tenían a mano. Fue una autentica carnicería, una masacre terrible que no respetó fronteras, ni razas, ni sexos ni religiones...

Cuando todo acabó, el mundo quedó gravemente herido de muerte. Hubo millones de bajas en el proceso.

...Pero Gabriel no había terminado aún. Todavía quedaban más castigos por venir... y muchas más muertes por producirse.

Constantine- Apocalipsis (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora