Capítulo 5

289 21 1
                                    

Escape del Purgatorio

El Purgatorio.

Un rato después…

Edward guió a John por un camino sinuoso y aparentemente tranquilo. Tanto, que Constantine se preguntó si el vampiro no se habría equivocado cuando le mencionó que el trayecto "sería peligroso". Podría ser simplemente eso, pero también – la mente de John se lo sugirió – podría ser que estuviera mintiéndole a propósito. Mientras caminaban (con Edward a la cabeza) lo observó detenidamente. No parecía ser un mal muchacho, pero enseguida se corrigió de tal error de apreciación: probablemente, Edward tuviera más años de los veinti-pocos que aparentaba. Era, después de todo, un vampiro. Y John había conocido a algunos en el pasado. No sería el primero en aparentar ser algo que en el fondo, no era…

-Es aquí – Edward señaló adelante – Llegamos.

El bosque se terminaba abruptamente dando paso a las ruinas de un viejo templo. Se parecía muchísimo a una pirámide escalonada maya. Con la escopeta en alto y oteando en todas direcciones, Constantine se acercó al lugar.

-¿Y la llave? – preguntó en susurros. Por alguna razón, no quería arriesgarse y hablar en voz alta.

-Arriba – el vampiro señaló hacia la cima del templo. John subió los escalones lentamente, con él caminando a su espalda. Al llegar, descubrió que existía un pedestal… vacío.

Se volvió hacia Edward, inquisitivamente. El vampiro parecía más pálido que de costumbre.

-Muy bien, la "broma" se acabó – Constantine le apuntó con el arma – Tienes exactamente hasta que cuente diez para decirme dónde diablos está esa dichosa llave. Y está vez, quiero la verdad – le ordenó. Empezó a contar.

-¡Pero te digo la verdad! – protestó Edward, alzando las manos - ¡La llave solía estar allí! ¡Yo no te he mentido! ¡Te traje al lugar donde suele estar!

-¿Y dónde carajo está ahora? Porque a no ser que sea invisible, ahí no hay nada – señaló al vacío pedestal.

-Debería estar ahí… si no está es porque… alguien se la llevó.

-¿Quién?

-¿Cómo voy a saberlo?

-¿De verdad no me mientes?

-¡John, te estoy diciendo la verdad! ¿Por qué crees que te mentiría? ¡Tengo tantas ganas de irme de aquí como tú! Por favor… créeme.

Constantine lo miró con fuerza a los ojos. El vampiro le sostuvo la mirada. Vio sinceridad en él.

-Está bien. Te creo – bajó la escopeta – Alguien se la ha robado. ¿Quién podría ser?

Los dos bajaron del templo. Meditaron sobre lo sucedido un buen rato.

-Por fuerza, tiene que ser alguien que sabía que vendría a buscarla – dijo John, pensativo – Y, lógicamente, ese alguien todavía podría estar por aquí… A lo mejor…

-¡John, cuidado!

La advertencia de Edward llegó tarde. El golpe que recibió en la nuca lo tumbó en el suelo. Cuando se recuperó, se vio desarmado y rodeado por un nutrido grupo de tétricas figuras. Los colmillos en las bocas abiertas le dieron una pista de la identidad de sus atacantes: vampiros.

Era evidente que no eran como Edward –quien también estaba allí, prisionero–. Estos eran otro tipode chupasangres. De los clásicos, decidió John. Se incorporó con cierta dificultad –la cabeza doliéndole y el mundo girando a su alrededor– sólo para toparse cara a cara con el que parecía ser el líder del grupo: un sujeto alto, imponente, dueño de una espesa y leonina melena rubia. Un vampiro que John conoció y muy bien cuando visitó L.A allá por el año 2009…

Constantine- Apocalipsis (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora