Escape del Purgatorio
El Purgatorio.
Un rato después…
Edward guió a John por un camino sinuoso y aparentemente tranquilo. Tanto, que Constantine se preguntó si el vampiro no se habría equivocado cuando le mencionó que el trayecto "sería peligroso". Podría ser simplemente eso, pero también – la mente de John se lo sugirió – podría ser que estuviera mintiéndole a propósito. Mientras caminaban (con Edward a la cabeza) lo observó detenidamente. No parecía ser un mal muchacho, pero enseguida se corrigió de tal error de apreciación: probablemente, Edward tuviera más años de los veinti-pocos que aparentaba. Era, después de todo, un vampiro. Y John había conocido a algunos en el pasado. No sería el primero en aparentar ser algo que en el fondo, no era…
-Es aquí – Edward señaló adelante – Llegamos.
El bosque se terminaba abruptamente dando paso a las ruinas de un viejo templo. Se parecía muchísimo a una pirámide escalonada maya. Con la escopeta en alto y oteando en todas direcciones, Constantine se acercó al lugar.
-¿Y la llave? – preguntó en susurros. Por alguna razón, no quería arriesgarse y hablar en voz alta.
-Arriba – el vampiro señaló hacia la cima del templo. John subió los escalones lentamente, con él caminando a su espalda. Al llegar, descubrió que existía un pedestal… vacío.
Se volvió hacia Edward, inquisitivamente. El vampiro parecía más pálido que de costumbre.
-Muy bien, la "broma" se acabó – Constantine le apuntó con el arma – Tienes exactamente hasta que cuente diez para decirme dónde diablos está esa dichosa llave. Y está vez, quiero la verdad – le ordenó. Empezó a contar.
-¡Pero te digo la verdad! – protestó Edward, alzando las manos - ¡La llave solía estar allí! ¡Yo no te he mentido! ¡Te traje al lugar donde suele estar!
-¿Y dónde carajo está ahora? Porque a no ser que sea invisible, ahí no hay nada – señaló al vacío pedestal.
-Debería estar ahí… si no está es porque… alguien se la llevó.
-¿Quién?
-¿Cómo voy a saberlo?
-¿De verdad no me mientes?
-¡John, te estoy diciendo la verdad! ¿Por qué crees que te mentiría? ¡Tengo tantas ganas de irme de aquí como tú! Por favor… créeme.
Constantine lo miró con fuerza a los ojos. El vampiro le sostuvo la mirada. Vio sinceridad en él.
-Está bien. Te creo – bajó la escopeta – Alguien se la ha robado. ¿Quién podría ser?
Los dos bajaron del templo. Meditaron sobre lo sucedido un buen rato.
-Por fuerza, tiene que ser alguien que sabía que vendría a buscarla – dijo John, pensativo – Y, lógicamente, ese alguien todavía podría estar por aquí… A lo mejor…
-¡John, cuidado!
La advertencia de Edward llegó tarde. El golpe que recibió en la nuca lo tumbó en el suelo. Cuando se recuperó, se vio desarmado y rodeado por un nutrido grupo de tétricas figuras. Los colmillos en las bocas abiertas le dieron una pista de la identidad de sus atacantes: vampiros.
Era evidente que no eran como Edward –quien también estaba allí, prisionero–. Estos eran otro tipode chupasangres. De los clásicos, decidió John. Se incorporó con cierta dificultad –la cabeza doliéndole y el mundo girando a su alrededor– sólo para toparse cara a cara con el que parecía ser el líder del grupo: un sujeto alto, imponente, dueño de una espesa y leonina melena rubia. Un vampiro que John conoció y muy bien cuando visitó L.A allá por el año 2009…
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Constantine- Apocalipsis (2)
Ficțiune științifico-fantastică¡Segunda Parte de esta historia! En una marcha a contrarreloj, John Constantine deberá buscar en el Purgatorio la llave del Abismo para encerrar al Arcángel Gabriel en él. Mientras tanto, Lucifer sufre en carne propia la ira del nuevo Dios, quien lo...