La llave del Abismo
El Valle de la Muerte.
En algún lugar de los Estados Unidos.
El Sol castigaba una tierra de por sí ya seca y yerma. Constantine pestañeó y se preguntó dónde estaba. Lucifer lo había llevado allí teleportandolo desde Los Ángeles, pero John ignoraba en qué parte del mundo se hallaba ese desierto. Podría ser algún lugar de África u Oriente Medio. El paisaje de dunas, arena y montañas en la lejanía no le decían nada, así como tampoco la escasa y casi nula vegetación del lugar.
-Estamos en el Valle de la Muerte – le informó Lucifer, molesto, acabando con todas sus especulaciones – Es en Estados Unidos, ¿sabes? Una cuenca ubicada al sudoeste de California, que es parte del Desierto de Mojave…
-Sí, sí. Ya sé dónde queda el Valle de la Muerte. Corta el rollo de guía turístico, ¿quieres? – John lo miró - ¿Por qué me has traído hasta aquí? ¿Y quiénes son todas esas personas reunidas en mitad de las dunas, esperándonos? – se volvió y señaló a una pequeña multitud parada bajo el Sol, sin hacer nada.
-Míralos bien, John. Usa tu don – Lucifer sonrió, siniestro – Ahora dime, ¿qué ves?
Constantine lo hizo. Vio los ojos negros, color ébano… y entonces lo supo, comprendió.
-Demonios – dijo, sorprendido - ¿Qué hacen todos estos demonios aquí?
-"Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón" – recitó el Diablo de la Biblia – Apocalipsis, capitulo 16, versículo 16.
-Un momento… ¿Armagedón? ¿El Combate Final? Pensé que si había un lugar donde iba a darse, no sé… tendría que ser en Israel o en el Medio Oriente, o algo así…
-Ves muchas películas – Lucifer resopló – Ahora que las plagas finales se han cumplido, tenemos nuestra ventana de oportunidad. ¿Tienes la llave contigo, no?
John la sacó. El Diablo asintió.
-Muy bien. Gabriel vendrá pronto. Debemos prepararnos.
-¿Cómo sabes que vendrá?
-¿Bromeas? Ese hijo de puta lo sabe todo. Ahora es el nuevo Dios – esto último, Lucifer lo dijo con cierto sarcasmo mal disimulado – Estos demonios están aquí para servirnos de distracción.
-¿Distracción?
-¿Qué nunca jugaste al ajedrez? Primero sacrificas a las piezas más prescindibles. Los peones. Distraes a tu enemigo y cuando menos se lo espera…
-Jaque mate.
-Exacto.
-Hay un hueco en tu plan.
-¿Cuál?
-Si Gabriel es el nuevo Dios, ya debe estar sabiendo de antemano que estamos preparando esto.
Silencio. Satán no dijo nada, pero Constantine supo que su comentario había dado en la tecla.
Total, que al final de cuentas, cuando Gabriel llegó para luchar en el Armagedón, importó poco ya…
Se presentó con sus grandes alas blancas desplegadas, descendiendo del cielo. Llevaba la punta de la Lanza del Destino en la mano derecha y observó a John y a Lucifer con una gran sonrisa dibujada en sus labios.
-De modo que ambos están aquí – dijo – La Bestia y el Falso Profeta. Ta y como el Apóstol Juan escribió. Estaba profetizado que esto iba a ocurrir.
-¡Lo único que va a ocurrir es que hoy acabamos contigo, maldito engendro! – lo insultó John. Gabriel rió.
-"Y vi a la Bestia… y a sus ejércitos, reunidos para guerrear" – recitó. Miró a la multitud de demonios reunidos allí con ellos, listos para pelear – "Y la Bestia fue apresada, y con ella el Falso Profeta… estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre". Supongo que con esto les queda más que claro cuál es su destino – hizo una pausa – No tiene por qué ser así.
-¿Ah, no? ¿Y eso?
-Soy un Dios benévolo. Les perdonaré la vida…
-Vaya. Esas son buenas noticias, supongo.
-…Si se ponen de rodillas y me suplican misericordia – la sonrisa en el rostro de Gabriel se ensanchó más, si cabe – Y, por supuesto, si me juran fidelidad y me adoran como corresponde. ¿Qué dicen?
Lucifer y Constantine se miraron. Coincidían en pocas cosas, realmente, pero esta era una de esas raras ocasiones en las que se daba. Ambos extendieron las manos y le hicieron a Gabriel un gesto obsceno con el dedo.
-Como deseen – el arcángel extendió las alas – Permítanme decirles ahora lo que va a pasar: "Y de Dios descendió fuego del cielos, y los consumió". ¿Necesito agregar algo?
Gabriel pronunció entonces palabras de poder en enoquiano. Los demonios reunidos en el desierto lo atacaron, pero tal y como lo advirtiera, un fuego potente comenzó a llover del cielo, cayendo y quemándolos a todos.
Aprovechando que el arcángel se dedicaba a incinerar a sus tropas, Lucifer se volvió hacia Constantine…
-¡Pronto! ¡La llave del Abismo! ¡Sostenla con fuerza! – le ordenó. Le puso una mano sobre el hombro y ambos se teleportaron a espaldas de Gabriel. Sólo contaban con unos segundos nada más antes de que el arcángel acabara de eliminar a sus oponentes y se volviera hacia ellos para atacarlos.
-¡Ahora, John! ¡Usa la llave! – gritó el Diablo.
-¿Cómo?
-¡Tírala al suelo! ¡YA!
Constantine obedeció. Arrojó la plateada llave de aspecto gótico a la arena. Ésta se iluminó y un pozo negro y profundo se abrió, tragándosela.
Como si fueran arenas movedizas, las piernas de Gabriel comenzaron a hundirse. El pozo del Abismo empezaba a tragárselo…
-¡Sí! – Lucifer rió, complacido.
El arcángel lo sorprendió al batir sus alas con fuerza y emerger de la trampa volando. Se lanzó en picada como un cóndor hasta donde Constantine y el Diablo se encontraban y apuñaló a Satán en el pecho con la cuchilla.
-¡AAAHH! – el grito de Lucifer rajó la tierra. Gabriel no se detuvo. Incrustó la cuchilla hasta el fondo, hasta llegarle al corazón y atravesárselo.
-Y aquí es donde finalmente mueres, como la puerca rata que eres – dijo el arcángel. Un fogonazo de luz tremendo se produjo. Gabriel empujó al Diablo –atravesado por la punta de la Lanza– al pozo del Abismo. Se hundió entre las tinieblas eternas gritando y desapareció.
-¡Maldito! – John había sacado su escopeta. De un puñetazo, Gabriel lo desarmó. Con una mano lo levantó en el aire. Lo sostuvo sobre el apestoso agujero abierto en el suelo, el que ya comenzaba a cerrarse.
-Este es el fin, John – le dijo, cándidamente – Es aquí donde nos separamos y nos decimos adiós… para siempre.
-Adiós.
Constantine había metido una mano dentro de su gabardina. Sacó la espada angélica que la arcángel Sabriel le había regalado en su aventura anterior con ella, cuando combatieron a Samael, y procedió a usarla para acuchillar a Gabriel en el pecho.
Otro fogonazo de luz se produjo. Otro grito capaz de rajar la tierra y John salió volando por el aire. Gabriel lo había arrojado lejos de sí, mientras intentaba infructuosamente sacarse la espada del pecho. Sus alas se prendieron fuego y el arcángel cayó en el pozo del Abismo. Éste finalmente se cerró del todo sobre él.
Un largo, prolongado silencio se produjo. Constantine, sucio y lleno de arena, se levantó del suelo y observó la escena. Increíble giro del destino, aquel. Sin proponérselo, dos pájaros habían sido matados de un tiro. Lucifer y Gabriel habían caído al Abismo. Si no estaban muertos, muy pronto – John estaba seguro de ello – querrían estarlo.
El Apocalipsis había terminado.
Constantine rebuscó entre sus ropas. Sacó una caja de cigarrillos y su encendedor. Se prendió uno y lo fumó. Dio una calada profunda y exhaló el humo. A continuación, echó una larga mirada al desierto soleado que lo rodeaba.
-Maldita sea… Y ahora, ¿Cómo hago para salir de aquí?
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Constantine- Apocalipsis (2)
Ciencia Ficción¡Segunda Parte de esta historia! En una marcha a contrarreloj, John Constantine deberá buscar en el Purgatorio la llave del Abismo para encerrar al Arcángel Gabriel en él. Mientras tanto, Lucifer sufre en carne propia la ira del nuevo Dios, quien lo...