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—Entonces, sueñas cada noche con ese chico, pero ¿Cómo es él? —me pregunta Rubén, muy interesado por mis sueños y por el protagonista de ellos, ya que había notado que ese chico tenía efecto en mí.

No le había contado todo, le había solo dado alguna descripción vaga; sería demasiado vergonzoso.

Quería tener esos sueños para mí, aunque si ese chico de mis sueños me está volviendo loco, y se notaba mucho.

El chico de mis sueños.

Veo Miguel girar la esquina y levantar la mirada de su teléfono; apenas nos ve entre la multitud de gente, se encamina hacia nosotros, con los libros en la mano.

—¿De qué estáis hablando? —pregunta curioso intentando no hacer caer todos los libros.

—Del misterioso chico de ojos achinados de sus sueños. —responde Rubén acercándose más a Miguel, como queriendo rozar sus manos hasta unirlas, mientras caminamos hacia los casilleros.

Miguel me mira curioso, sonriéndome y guiñándome el ojo. Rubén le mira, claramente enamorado.

—La chica de mis sueños tienen las tetas enormes y un buen culo. —sonríe, mientras guiña el ojo a un chica, ella se sonroja y ríe —Y el chico de mis sueños... —miro de reojo a Rubén, deseoso de escuchar la continuación de la frase —...No sé, bendito sea quien consiga hacerme cruzar a la otra acera.

Rubén agacha la cabeza, mirando el suelo, alejándose un poco y haciéndome quedar entre medio de los dos. Miguel lo mira confundido.

—Me tengo que ir. —dice rápidamente sin darnos tiempo de responder, girando por un pasillo y perdiéndose entre los estudiantes.

—¿He dicho algo malo? —murmura Miguel confuso, poniéndose al lado mío mientras apoyaba algunas libros en su casillero. Suspiro y le miro: mantener secreto el hecho que a Rubén le guste Miguel es siempre más difícil.

Dreams | WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora