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—¿Por qué no me respondiste al teléfono ayer? ¡Te llamé como veinte veces! —veo a Miguel acercarse con los libros en la mano, directo a su casillero al lado del mío.

—Me quedé dormido —respondo simplemente, era verdad: había soñado con una vez más con el chico de mis sueños.

Rubén se acerca cabizbajo a nosotros, sin ni siquiera saludarnos, perdido en sus pensamientos. Le miro confundido, Miguel parece saber que le pasa.

—¿Rubén?

—¿Eh? —levanta la cabeza, como si le hubiera hecho bajar de las nubes —Ah, hola Samu —me saluda, después mira a Miguel y traga saliva—Mangel —dice a modo de saludo.

Él intenta acercarse a Rubén, pero se aleja rápidamente. Le miro frunciendo el ceño —Estoy solo un poco nervioso por el examen. —Ríe nervioso —Nos vemos después. —nos saluda; él sabe muy bien que no le creo. Sale corriendo de ahí, dirigiéndose a su clase.

Algo raro ha pasado entre Miguel y Rubén.

Me giro hacia Miguel, quien parece nervioso. Al notar mi mirada, se gira a mirarme. Levanto las cejas, pidiéndole una explicación.

—Ayer, cuando estaba en mi casa —comienza a explicarme, cerrando su casillero —Entre una película y otra, terminamos besándonos...

¿Rubén lo ha conseguido? ¿Le ha dicho que le gusta? ¿Se ha confesado? Menos mal que no he ido ayer a casa de Miguel.

—¿Y tú? ¿Qué has hecho? —pregunto impaciente, espero que Miguel no haya metido la pata.

—Le he recordado que soy heterosexual... —ya lo decía yo iba a meter la pata —... y bueno, lo has visto tú también como está ahora... —baja la cabeza suspirando. Pobre Rubén, un chico más gilipollas no podía haber encontrado.

—Vaya problema...

—Dilo fuerte, De Luque.

Dreams | WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora