Atención: ❤ »» Ésta obra está parcialmente basada en un cortometraje ««
¿Qué pasa cuando el amor se acaba?
Siete días, siete lugares, siete recuerdos...
"Una historia de amor que se desvaneció en medio del olvido... y aun así están dispuestos a...
Por la tarde Vegetta esperaba en el puente de la estación de tren; volteaba hacia todos lados buscando al menor, al mirar hacia atrás pudo notar a Willy caminando tranquilamente hasta donde estaba el mayor.
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- Hola... Wi-Willy yo... - el antes mencionado se limitó a abrazarlo, Samuel confundido abrazó al menor con delicadeza, tocando su cabello y apretando su cintura pero sin llegar a lastimarlo. Inmediatamente el menor empujó a Vegetta con una sonrisa triste en su rostro – Willy, ¿qué...? – éste sacó unos papeles de la bolsa de su chamarra y se los entregó a Samuel junto con su anillo de bodas.
- Ya firmé; espero que seas feliz con... - suspiró, tenía un nudo en la garganta –... con alguien más – dedicó otra sonrisa al mayor, dio media vuelta y regresó caminando por donde antes.
El mayor observó los papeles...
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Vegetta volteó hacia el menor y al ver su espalda perdiéndose entre la multitud tuvo un recuerdo.
*Flashback*
- ¡Joder!, malditos papeles... - el mayor estaba un tanto enojado porque traía muchas hojas de diferentes documentos, además de su maletín colgado de su hombro. Había estado pidiendo permiso para una mudanza y no lo había logrado - ¡Agh!, tantos papeles para nada... - suspiró exhausto – bien, solo... relájate – y para terminar tenía que tomar el tren, su día no podía ser mejor. Comenzó a caminar por el puente del mismo, mirando hacia abajo, ya que iba acomodando el montón de papeles que tenía entre las manos...
Por otra parte, Willy venía de regreso de una entrevista de trabajo y al parecer le había ido muy bien pues una pequeña sonrisa estaba dibujada en su rostro. En eso pudo escuchar como si a lo lejos dijeran su nombre; inconscientemente volteó y sintió como alguien chocaba contra él, perdió el equilibrio y estuvo a punto de caerse.
- ¡Lo siento!, no veía por donde iba – notó que esa persona se agachaba a recoger un montón de papeles esparcidos por el suelo; él también se agachó y lo comenzó a ayudar, observó detenidamente a Samuel, su rostro, labios, nariz; sus miradas cruzaron y ambos se sonrojaron - De verdad... lo lamento tanto – ordenaron el montón de papeles y sus manos rozaron, rápidamente las apartaron y Guillermo tocó su cabello.
