2. Dos revelaciones.

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Habían pasado alrededor de cuatro horas.

Se mantenían callados y expectantes, aguardando la aparición de Sádico o el ataque de otro jugador.

Como era de esperarse, el ambiente no tardó en volverse más que tenso a cada segundo que pasaba; Pandora, Kendra y Theo no dejaban de recordar la ejecución de Dimitri, revivían el momento en que su cabeza rodó por el piso dejando un camino de sangre a su paso.

Les estaba dando hambre y sueño, además no tenían idea de dónde estaba el baño y si contaba con agua. Su situación empeoraba gradualmente.

—Tengo hambre —dijo Liam, creyendo que no lo había dicho en voz alta.

—Todos tenemos —espetó Caín, enfurecido, anteriormente simulaba ser pacífico. El hambre, sueño e incertidumbre trastornaron su forma de ser.

—¿Creen que habrá comida afuera? —inquirió Kendra, mirándolos fijamente. Ella detuvo su sangrado cubriendo ambas fosas nasales con trozos de tela que recortó de su blusa.

—No lo sé, pero no pienso salir a averiguarlo. La última vez no nos fue muy bien —respondió Pandora, aún afectada.

—Tal vez Sádico nos dé algo —Liam conservaba esperanzas.

Theo negó con la cabeza.

—Si tenemos suerte... aunque no quiero ni pensar en lo que nos pedirá a cambio.

—Tampoco es que yo sea tan malo —Sádico habló con tono sarcástico—. Pareces conocer el juego, Theo. Les daré toda la comida que quieran y si se portan bien les mostraré los baños y permitiré que usen agua.

—¿Qué es lo que quieres? —Cristal intervino, ella no iba con rodeos, se propuso exponer las agallas que firmemente deseaba poseer.

—Volver las cosas más interesantes —contestó él, fingiendo inocencia—. Para ello me gustaría que contaran su historia.

—¿Historia? —Kendra ladeó la cabeza.

—¿O debería decir historial? —Sádico calló, por ello logró intrigar a todos—. Historial como asesinos —aclaró finalmente. 

El recurrente silencio cargado de suspenso se apoderó de la zona segura.

—¿Nadie hablará? ¿Nadie quiere comer?

Sádico rió.

—¿Seguros? Son una panda de aburridos, agradezcan que yo no lo soy. —Tan pronto terminó de pronunciarlo, una intensa carga eléctrica se produjo en los adolescentes, gritaron desesperadamente, sin mucho éxito de calmar el dolor.

—¡Lo diré! ¡lo diré! —exclamó Cristal, sosteniendo su muñeca, el lugar donde percibió que se originó la electricidad.

—¿Solo ella?

A duras penas fueron capaces de negar, todos estaban dispuestos.

La tortura, para suerte de ellos, terminó.

—Se lo buscaron —bufó Sádico—. Me han decepcionado tanto que retiraré la oferta. Nada de comida ni aseo.

—No estarás hablando en serio —Pandora se talló la muñeca, en busca del aparato que le causó tal calvario.

—Hablo en serio. Ah, descuida, no lo encontrarás, no es como si fuera tan estúpido para dejar que lo remuevan. Está dentro de ustedes y lo usaré si es necesario, lo mismo respecto a las innumerables trampas que esparcí por cada centímetro de este lugar. Repito, hablo en serio.

En su voz no hallaron ni pizca de estar bromeando.

—Theo, Kendra y tú deben saberlo mejor que nadie. Vieron como Dimitri murió, ¿no es así? El collarín no fue obra del destino.

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