3. Una alianza.

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Con ayuda de la linterna, Pandora se percató que cientos de jeringas estaban tiradas en el suelo del cuarto.

La chica fue cuidadosa de no pisar ninguna, agradecía que Sádico no los había despojado de sus zapatos, contaba con el par de botas que tenía cuando creía recordar que la capturaron, aparte de ese insignificante detalle, no tenía idea del rostro de su secuestrador, tal vez era el de Sádico, le enfurecía saber que estaba tan cerca y tan lejos de descubrir la verdad.

Pandora se sentó en una esquina de la habitación, después de apartar todos los objetos punzantes. 

—¿Me habrá perdido de vista? —se preguntó a sí misma con voz casi inaudible. Apagó la linterna para prevenir que Cristal la descubriera, si la mantenía encendida, ella sabría de los obstáculos, los esquivaría y el juego para Pandora podría terminarse.

Guardó silencio y esperó. La pelirroja no era tonta, estaba sedienta de sangre. Sabía que la encontraría en cualquier momento.

Y Pandora estuvo en lo cierto. Pasaron solo tres minutos cuando se escuchó el rechinido de la puerta abriéndose. La oscuridad hizo dudar a Cristal, decidió quedarse estática en el umbral. 

Transcurrieron unos instantes así, Pandora intentando adivinar qué se proponía y Cristal peleando con la negrura en un intento por identificar si su presa estaba dentro o no.

—Atrápame —retó la castaña. Aceptaba ser temerariamente estúpida a veces.

Cristal avanzó sin pensárselo mucho. No esperó tropezarse con una jeringa, y que otra atravesara su piel acompañada de muchas más.

Pandora cerró los ojos cuando los alaridos de la pelirroja se hicieron escuchar, un grito de dolor tras uno nuevo inundaron la estancia. Al final solo un peso muerto colisionó.

Abrió los ojos debido a que percibió que se encendieron las luces.

—Quedan seis —susurró la chica con cierto pesar.

Cristal yacía sin vida en el suelo, tenía clavadas agujas en casi todo su cuerpo, de las heridas seguía chorreando sangre, Pandora no tenía duda de que la aguja que acabó con ella se encontraba en lo que alguna vez fue su ojo derecho. En su angelical cara podía verse una expresión de sorpresa combinada con un desgarrador sufrimiento físico.

Alzó la vista y observó a Liam devolviéndole una mirada llena de temor.

—No le hice nada, Cristal se lo ha buscado.

—Tenía razón, debo cuidarme de ti —dijo él antes de salir despavorido.

—Buena decisión —murmuró Pandora, se despidió con la mano del cadáver de la pelirroja y salió de allí.

(...)

—No puedo más —jadeó Kendra mientras intentaba recuperar el aliento, Theo se detuvo y se posicionó a su lado, se encogió de hombros cuando notó que Caín continuó corriendo, a pesar que no estaban siendo perseguidos por la nada estable mentalmente Cristal, la amenaza andante que era Pandora y el tal vez bueno fingiendo ser inofensivo de Liam.

—Descasemos un poco, también estoy agotado —propuso el chico, se acomodó en el suelo y esperó a que la joven se estabilizara.

—Oye, Theo —le llamó ella—. ¿En serio crees que Pandora, Cristal y Liam sean peligrosos?

—En realidad, no me fío de nadie —aseguró para después proferir una risa nerviosa.

—Entonces no entiendo porque estás aquí, ¿no te convendría más estar solo? —Kendra lo miró.

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