5. Sin tiempo.

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Kendra buscó desesperadamente ropa limpia en las habitaciones, algunas prendas que ambos pudieran ponerse, después de explorar por un buen rato, encontró una blusa a su medida, mismo caso con una camisa para Theo.

—Sádico —gruñó ella—. Es demasiada coincidencia. ¿Acaso intentas encubrirnos? Déjame adivinar, volverá las cosas más interesantes —hizo un mohín a la vez que se volvía para que ambos se cambiaran plácidamente.

—Viola... —llamó Theo.

—No soy Viola, Theo —le dijo—. Mi nombre es Kendra, ¿me recuerdas? —lo tomó por los hombros y lo instó a mirarla fijamente.

—¿Kendra? —preguntó, frunciendo el ceño—. No, no, no —negó con la cabeza en repetidas ocasiones y sin que la chica se lo esperara, él colapsó, siendo sostenido apenas.

—¿Será que estás cansado... por hacer eso? —interrogó, intentando no recordar lo de antes, luego luego se preocupó, Sádico impuso la regla de no dormir, miró al techo con horror, y al no ocurrir nada llegó a la conclusión que desmayarse no contaba.

Lo colocó en el suelo y aguardó a que terminara el tiempo.

(...)

—A veces odio haber impuesto esa regla —bufó Sádico—. Me gustaría dejarlos todo el tiempo fuera de la zona segura, ¡tenerlos aquí no es divertidooo! —alargó la palabra de manera infantil.

Se aclaró la garganta cuando los cuatro jóvenes se sentaron, para entonces Theo ya había reaccionado, por suerte recordó su situación, a Kendra, a Pandora, a Liam, y a Sádico. Regresó a una dura realidad, aún más aterradora que la que vivió en un pasado.

Ellos ignoraron los berrinches de Sádico y se dispusieron a comer, el almuerzo era comprado, fácil de percibir por los logos de franquicias famosas de comida rápida impresas en las bolsas. No estaban lejos de la civilización, se confirmaba la teoría de Pandora, lástima que ella no fuera tan perspicaz para conseguir por lo menos una minúscula pista acerca de la identidad de Sádico y el por qué de su secuestro, la chica se negaba a aceptar que Sádico solo era un lunático promedio, tenía algo más entre manos, estaba segura.

—Antes de que se me olvide. ¡Felicidades, Theo! —anunció Sádico con ánimos—. Como te investigué a profundidad, sé que hoy es tu cumpleaños, así que te permitiré pedir algo.

—¿Mi cumpleaños? ¿Estamos en catorce de octubre? —cuestionó él, todos se mostraron sorprendidos, no habían tenido en cuenta la fecha o las horas que transcurrían.

Pandora frunció el ceño, lo último que recordaba era ser enviada a una misión el ocho de octubre, ¿tanto tiempo pasó? ¿cómo era posible? ¿la completó siquiera o fue traída antes? Si lograba salir, sus superiores serían una molestia luego de superar esta actual molestia.

—Quiero salir -dedicó una sonrisa radiante.

—Buen intento.

—No me mates por intentarlo —bromeó y rió sin ganas.

—No te quiero matar por algo tan ridículo —rió Sádico sin disimular su real diversión—. Sé realista, ¿cuál es tu deseo?

Pensó durante pocos segundos antes de decidirse completamente.

—Una competencia, quiero jugar póquer. Y el ganador tendrá más tiempo en la zona segura, ¿te parece? —levantó una ceja.

El chico no quiso arriesgarse a pedir algo más pretencioso y como sabía que era excelente en el póquer, ¿por qué no?

—Razonable, supongo. Lo haremos en un momento, primero lo primero —Tan pronto terminó de hablar, las paredes blancas se abrieron, en vez de bolsas de comida, se hallaba un pequeño pastel, con una vela clavada en el pan, había un encendedor, algo que Liam calificó como imprudente, sabiendo ya de lo que Theo era capaz, tendría que irse con más cuidado.

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