Capítulo 2

5.3K 214 10
                                    

Llamaron al timbre, justo cuando comenzaba a desvestirme. Me puse la bata de felpa rosa y fui a abrir la puerta principal, que se encontraba justo enfrenté de la puerta, de mi habitación. Al otro lado de esta había un repartidor de correos con un paquete en la mano. Eso me extraño porque no había pedido nada, de hecho, no era muy partidaria de las compras online, esa era mi madre, por extraño que pueda sonar.

- ¿Amanda Martínez Urdaneta? - pregunto el repartidor.

- Si soy yo.

- Eche una firma aquí por favor- dijo colocando enfrente de mi un aparato que registraba mi firma de forma electrónica.

Cuando hube firmado, cogí el paquete de entre sus manos. Le di las gracias y cerré la puerta tras de mí, sin quitar en ningún momento la vista de ese misterioso paquete. No era muy grande. Entre en el salón y lo coloque encima de la mesa del comedor. Era una caja de color negro, con líneas horizontales de color plata y con un lazo de seda negra a juego con la caja. Deshice el lazo y abrí la caja, contenía un fular de seda color burdeos, y al lado de este había una nota escrita, en una tarjeta con filigranas plateadas muy elegantes.

Siento no haber disfrutado más de su compañía, fue delicioso conocerla.

Espero que le quede perfecto este presente.

M. F

No daba crédito, ni del regalo, ni de la nota, ni de cómo narices había conseguido mi dirección, aunque automáticamente me vino la respuesta, a la cabeza. Mi cartera. Contemplaba la tarjeta atónita, no sabía qué hacer. En ese momento sonó mi móvil, sacándome del trance en el que me había sumergido, recordando de repente la sensación que había dejado en mi piel y esos ojos azules, tan profundos.

- ¿Cariño? - Dijo mi madre al otro lado. Sin embargo, yo la oía como si me encontrara debajo del agua-. ¿De qué querías hablar conmigo? Me escribiste muy tarde anoche y me he asustado- Me quede en silencio, no sabía que decir, primero tenía que salir del trance, y después poner en orden mis pensamientos. Tenía ante mí la tarjeta de él ¿Cómo podía, decirle a mi madre que le había conocido y que encima me había enviado un regalo?- ¿Amanda, estás ahí? - la voz de mi madre, me saco de mis pensamientos.

- Si, mamá es solo que prefiero decírtelo cuando llegue a casa.

- Está bien, pero me dejas preocupada- Estaba a punto de colgar-. ¡Ah acuérdate de traer la tarta!

- Que siiii mamá- le dije mientras colgaba.

Con la tarjeta en la mano, cogí el fular de la caja. Era tan suave al tacto... me lo enrolle alrededor del cuello y mire mi reflejo en el espejo que tenía en el salón. Debía de reconocer que me quedaba realmente bien, realzaba el color oliváceo de mi piel y mis ojos de color caramelo.

Me fui a la habitación con el fular entre las manos, sin quitarle la vista en ningún momento. Abrí mi armario y empecé a buscar un vestido blanco de coctel, que estaba convencida de que me quedaría perfecto con el fular. Cuando lo encontré me lo puse y fui hacia el espejo de cuerpo entero. Me quedaba perfecto con el fular. El vestido me llegaba por encima de las rodillas, y la falda era vaporosa, por la gasa con la que había sido confeccionada. Se ajustaba a la cintura con una banda de raso blanco y tenía un escote en forma de v en la espalda y en el pecho, el fular le daba un toque sofisticado. Me puse los mismos tacones, que me había puesto la noche anterior, cogí mi abrigo negro, y me solté el pelo, dejando que cayera ondulado, sobre mis hombros y espalda, en forma de cascada.

- ¡Cariño qué guapa estás!- dijo mi madre recibiéndome con un fuerte abrazo!-. ¿Has traído la tarta para tu abuelo?

- Mamá te dije que la traería- le dije mientras le daba la tarta y dos besos-. Nata y fresas, de la pastelería La Mallorquina, como le gusta al abuelo- Recite de memoria, su encargo, lo que hizo que me riera.

Aunque no me pertenezcasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora