Capítulo 4

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Había pasado todo el fin de semana tirada en el sofá de mi casa. No tenía ganas de nada. Cada vez que veía a mi abuelo, me pasaba lo mismo. Acababa enclaustrada durante días y si a eso sumamos lo de Mateo.... Vamos que había soñado dormida y despierta con él y sus caricias. Encima, para rematar mi estado de ánimo, me habían despedido del trabajo, por excedente de personal. Si señores así iba España.

- Mamá... que no hace falta... ya encontrare algo...- llevaba veinte minutos hablando con mi madre e intentando convencerla de que no llamara a nadie, para que me enchufaran en una empresa.

- Pero hija... ¿Qué vas a hacer? Estas en el último año de carrera, además la demanda actual de filólogas inglesas, no es mucha. Hazme caso, por favor- resople porque mi madre me desesperaba cuando se ponia de esa manera.

- Está bien... te haré caso- le dije solo para que se callara. Porque no tenía muchas ganas de seguir con la conversación. Además... Tenía una tarrina de helado, de chocolate, llamándome desde la cocina.

- Me alegro mucho de que hayas actuado con sensatez cariño ¿Me puedes hacer un favor cielo?

- Sí, claro.

- Haz el favor de ducharte y deja de engullir helado, como si no hubiera un mañana- colgó.

- ¡¿Pero qué narices?!- dije mientras miraba para todos los lados. Estaba convencida de que mi madre había puesto cámaras en mi casa.

Después de la charla con mi madre, le hice caso. Me duche y deje de "engullir helado" ¡Era tan malo qué a una chica le gustase el helado! También había limpiado mi casa, que prácticamente se había convertido en un auténtico campo de batalla en estos días. Estaba sentada en mi escritorio cuando comenzó a sonar mi teléfono móvil.

- Que si.... Mamá que ya te he hecho caso...- Al otro lado de la línea no contestó nadie-. ¿Mamá?

- No, soy Alicia Rodríguez y le llamo por su entrevista de trabajo.

- Ummm... vale- No pensé nunca que los contactos de mi madre fueran tan rápidos-. ¿Y para que puesto sería?

- Para secretaria personal del señor Lago, la entrevista seria mañana a las nueve y media de la mañana ¿Le viene bien? - estaba atónita.

- ¡Si claro! - dije entusiasmada.

- No llegue tarde señorita, al señor Lago no le gusta nada la impuntualidad.

- ¡Vale! - dije mientras colgaba. ¡Madre mía ya tenía trabajo!

Estaba que no me lo creía, por una vez me alegraba de que mi madre hubiera conocido a tanta gente, ya que por lo general solía ser un poco anti social. Fue por esta razón, que mi madre me apunto a la coral del conservatorio, cuando era pequeña.

Me había levantado a las seis y media de la mañana, para que me diera tiempo a prepararme.
Estaba entusiasmada, no sabía exactamente en qué consistía ser una secretaria personal ni nada de eso, pero aún estaba emocionada. Creo que muy pocas personas encontraban trabajo tan rápido. Un momento, yo no lo había encontrado, me habían enchufado. ¡Dios qué bajo había caído si yo solo quería ser traductora, en alguna editorial!

Fui hacia mi armario, en busca de la prenda ideal para mi entrevista. Tarde una media hora en encontrar algo "elegante y formal", pero al final lo encontré. Me duche, maquille y me recogí mi larga melena ondulada en un moño, dejando unos cuantos mechones de pelo, que enmarcaran mi cara. Extendí mi ropa encima de la cama, para ver si el conjunto era el apropiado, y llegué a la conclusión de que lo era. Consistía en un vestido de gasa azul marino, que se ajustaba en la cintura y tenía una falda con vuelo, que me llegaba por encima de las rodillas, lo que más me gustaba era que realzaba mi figura. Busque unas medias semi-transparentes de color negro y remate mi look con unos tacones de aguja, en el mismo color que el vestido. Por ultimo elegí una americana negra y cogí mi cartera de cuero marrón claro, que utilizaba para la universidad.

Aunque no me pertenezcasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora