Capítulo 5

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- ¡Te lo dije Amanda! ¡¿De verdad eres tan ingenua!?- me gritaba mi hermana al otro lado de la línea- ¡Pero si solo te tienes que meter en internet, para ver la colección de "amiguitas" que tiene! -suspiró exasperada al otro lado de la línea-. Tú te mereces algo mejor, vales más que todo eso. Sé que no me vas a hacer caso, pero... olvídate de él, no te merece y por mucho que te duela oírlo... a diferencia de ti, él seguramente no duerma solo esta noche.

- Ya lo sé Nicki... y muchas gracias por conseguirme un puesto en la tienda, te lo compensare- le dije mientras me secaba las lágrimas-. ¿Sabes al de Alberto?

- No, nuestro hermano debe de estar en algún lugar de Siria, perdido de la mano de Dios, pero tranquila. Sabes que tarde o temprano nos acabara llamando- suspire, cada vez estaba más preocupada por él. Llevaba un año entero de misión con el ejército de tierra y las comunicaciones eran limitadas.

- Si tú lo dices...

- Claro, que sí. Ya sabes como es y lo ocupado que está- se oye a uno de mis sobrinos por el fondo. Tengo dos y son lo que más quiero en el mundo-. bueno te dejo, que Kora tiene ballet y Carlos futbol- dijo riéndose-. Anda anímate.

- Si, lo haré tranquila- Sin embargo, yo sabía que eso iba a ser una tarea difícil.

Mi hermana me había llamado, porque hacía más de cuatro días que no le llamaba. En ese tiempo no habían parado los mensajes, ni las llamadas. Así que opte por bloquear su número, no quería saber nada de Mateo, como había dicho mi hermana, él no dormiría solo esta noche. Además, me había hecho sentir como él. Patética y engañada.

Me levanté del sofá y fui hacia la cocina, lavé los platos. Cogí mi cartera y las llaves, y me fui a la universidad. Esa mañana tenía una tutoría con el coordinador de mi trabajo de fin, de grado. Mi trabajo estaba enfocado en la vida y obra de Charlotte Brönte, una de mis escritoras predilectas. A veces pensaba en lo que me hubiera gustado vivir en esa época, soñaba con una historia de amor parecida a la de mis heroínas favoritas. Pero no nos engañemos, eso no existía. Eran unas historias preciosas y ficticias.

- Tía que cara traes...- dijo Amelia. Había quedado con ella para tomar un café, antes de ir a la tutoría-. Deberías olvidarle.

- Eso me ha dicho Nicole- le dije, dejando las cosas en el suelo-. Y créeme que lo intento, pero aparece hasta en mis sueños. No sé... me perturba, nunca me había pasado esto.

- Lo entiendo Amanda, él es muy atractivo, rico y soltero, pero...- suspiro-. Desgraciadamente, tú mejor que nadie sabes su trayectoria sentimental, es un vive la vida y no creo que esté dispuesto a cambiar eso por nadie- hizo una pausa. Estaba melancólica y sabia porque-. Dale una oportunidad a Daniel, se mejor que nadie, que tú no sientes esa chispa necesaria como para amarle, pero es un buen tío y francamente no estoy dispuesta a ver cómo te destroza la vida otro capullo. Tú te mereces más - asentí, y llegué a la conclusión de que debía cambiar de tema.

- ¿Qué tal con el francesito en Venecia? - comenzó a reírse estrepitosamente.

-Decepciónate y aquellos que digan, que el tamaño no importa... mienten- dijo guiñándome un ojo. Las dos nos empezamos a reír como unas tontas.

- Que bruta eres, es que no piensas más que en eso- dije sin poder parar de reírme.

- Bueno digamos que tú buscas el amor y una vida llena de romanticismo, y yo prefiero pasar un buen rato- me dijo sonriendo.

- Pero eso es efímero ¿no? ¿Nunca has pensado en compartir la vida con alguien? ¿En despertarte todas las mañanas con la persona a la que amas? - le pregunte mientras removía mi té con la cucharilla.

Aunque no me pertenezcasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora