¿Humano de nuevo?

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Al parecer ese día sí lo tuve...
-¡Emily! ¡¿Qué hiciste?!
-Pensé en lo mucho que deseaba tenerte en persona, y lo comprobé, eres más atractivo en vivo y a todo color- dijo mientras sonrió de lado

Quise levantarme para responderle, vaya, no pensé que tener pies fuera difícil; por suerte Emily lo tomó a broma y cayó a mi lado
-Es fácil dominarlo, Sirenito.

Ambos reímos debido a su comentario y nos quedamos platicando, recostados en la banqueta del patio de su casa, reímos mucho pero, había silencios donde sólo había miradas, y a veces ella acariciaba mi cabello, podrá no ser un espíritu, ni mucho menos una ilusionista, pero me hechiza.
Una de sus preguntas llamó mi atención.

"-¿Adónde fue Edgar?
Se supone que no debería de saberlo, pero, verás... todos los humanos piensan que después de la muerte está el cielo y el infierno, pero la realidad es que está la Ciudad de las almas y de ahí sólo hay dos razones por las cuales puedes morir; porque maldad, que significa que alguien te haya asesinado como merecido. Y por envidia, que alguien te tomó desprevenido y te arrancó la vida, pero nunca por vejez. Él hizo una serie de cosas tan malévolas que no sé por qué vivió tanto... En primera, quiso desvanecer mi amor por ti, también abandonó a mi madre, desvergonzadamente mató a su propio hijo y encima trató de que pareciera un accidente.
-¿Entonces...?
-Sí, la vida es justa"
Eso fue lo último que hablamos, unos guardias habían venido desde el otro lado para llevarme a la cabaña del desprecio, qué inoportunos.
Estoy harto de escuchar "Vidales, hemos venido por usted por cometer blah blah blah..."
Como si no conociera mis acciones... qué más da...
"Alberto, lo hemos hallado culpable de matar a nuestro jefe Edgar Alberto Vidales Palafox, por este motivo, ha sido sentenciado a dos años en la Cabaña del Desprecio, sin libertad condicional."
Lo único que me faltaba, unos guardias que no vieran la gravedad del asunto.
Pero bueno, no puedo cambiar los ideales de una sociedad reacia de manera tan repentina, cada quien dice lo que sabe, y sabe lo que la vida le enseñó.

Me resigné y me encaminé con aquellos muchachos cuyos rostros denotaban tristeza por la pérdida de su jefe, pero ellos no tenían idea del tipo de persona tan vil que era.
Emily me dijo que según algunos planos que vio en las paredes, pronto Edgar comenzaría a traicionar a su gente. También mencionó que su letra y la mía se parecían mucho.
De hecho, en el juicio cuando firmé, redujeron mi castigo a un año porque según ellos, Edgar tomó mi forma y por eso tenemos rasgos parecidos, vaya idioteces que se cree la gente.
Después de darle vueltas al asunto, por fin dijeron que podía dirigirme hacia esa cárcel, creo que ya era casi mi segunda casa, me han llevado una cantidad impresionante de veces así que ya no le temo a esas voces que tratan de conducirte a la locura, ni siquiera los tablones que rechinan, mucho menos los encargados que todo el día se la pasan gritando; ya estaba más familiarizado... Pero hubo algo que realmente me hizo sentir inseguro, no me llevaron a la misma cabaña.
Esto de verdad no me beneficiaba en lo absoluto, no tenía conocimiento del trato que llevaban a cabo, y algo que me asfixiaría; no sé dónde está la apertura que me deja ir.
Decidí mejor dejar de pensar en preguntas sin respuesta y, por primera vez, prestar atención a lo que dicen.
Pero no sirvió de nada, al llegar, ya me sabía las indicaciones: No hablar, Obedecer, Portar el uniforme y el tedioso servicio comunitario.
Me sentía totalmente perdido... Un año entero sin Emily...

Más que una sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora