Capítulo Seis.

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En cuanto la puerta fue abierta, noté la presencia de un individuo sentado en una muy monárquica pose sobre mi sofá.

Mí sofá.

El individuo.

Mi apartamento.

Helena.

Mi hermana reposaba sentada con porte de princesa, y justo a la lado de ella estaba una chica pequeña de melena corta que miraba el piso.

Me quedé anonadada un par de segundos antes de reaccionar y hacer la pregunta obligada.

— ¿Qué haces aquí, Helena?

Ella sonrió de manera desafiante y luego dijo:

— Bueno, he venido porque....

— No, no, no. Espera. Primero que nada, ¿Cómo entraste?— Interrumpí de manera abrupta su explicación.

— Oh, ______, cariño. A veces creo que olvidas lo simple que es convencer a un portero que te abra una puerta cuando tienes la misma cara de la dueña pero una sonrisa más bonita. —Soltó una risita.

Yo puse los ojos en blanco y lancé mi bolso al sillón individual que quedaba cercano a mí. Una vez que me deshice de mi equipaje escolar, me senté tan lejos de ella como pude.

— Bien, ¿Qué quieres, entonces? —Cuestioné, a secas.

— Verás, ________. Estoy aquí, porque a pesar de todas las cosas que te has empeñado hacer para avergonzar y destruir el prestigio de nuestro apellido, es mi deber como hermana mayor pedirte y rogarte tanto como sea necesario para que accedas a ir a mi boda...

— No. — No esperé más para dar mi convincente respuesta.

— ... Y seas mi dama de honor...

— No, no, y no. — Negué con la cabeza seguidas veces. Y fue lo único que me limité a decir al respecto.

— Por favor, ______. Es una fecha importante para mí. — Intentó convencerme haciendo un gesto de tristeza exagerado.

—¿Para qué me quieres ahí, Helena? ¿Para volverme la comidilla de la familia? ¿Para seguir siendo el punto comparación? Lo siento, pero para ello no cuentes conmigo.

Su pequeña amiga se quedó sentada ahí observando y examinando de un lado a otro mi apartamento, actuando como si ya supiera que así eran las cosas siempre entre mi hermana y yo.

— Pero querida, es un día muy importante para mí, y de igual manera resulta muy importante que estés tú allí para compartirlo conmigo.

— ¿Y desde cuándo soy importante para ti? Apuesto a que te has pasado los últimos dos años vanagloriándote de ser la mejor de las dos, conmigo no cuentes para creer que de verdad te importa que vaya para otra cosa si no es para lograr que sea la persona más incómoda del mundo en tu evento.

— No sé lo que tenga que rogarte para que estés ahí, pero _______, quiero que seas tú la primera de mis damas.

— No te molestes en rogar, Helena. Ni en preguntar, porque justo frente a tí está la puerta. Con tú permiso, yo tengo que ir a descansar, porque si no fuera poco, casi me desmayo hoy.

Tomé mi bolso y me fui dignamente caminando por el pasillo hasta mi habitación, en el camino, pude escuchar como Helena y su gnomo salieron por la puerta, y en ese momento me invadió una sensación de alivio.

Hacía dos años que no veía a Helena, y aunque así hubiese querido que fuera, no me alegró nada verla. Ella siempre fue el tipo de hermana que se aprovechaba de los defectos y errores de los demás para resaltar entre la gente, como si eso la hiciera una mejor persona. Respecto de mí, ella siempre fue el tipo de hija que hacía lo que sus padres le ordenaban, y naturalmente, es la heredera del dinero de mis padres, del cuál podría hablar, pero realmente no es importante porque esa herencia, de la cual me correspondía la mitad, se fue directamente a los futuros bolsillos de Helena cuando decidí marcharme de la casa e ir a estudiar psicología en vez de Derecho, como Helena y todo el resto de mi familia hicieron en su momento a voluntad de sus padres.

I'll Follow You Into The DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora