Abrí los ojos en la oscuridad hallándome cubierta el gran tumulto de sábanas y cobijas que había sobre mi cama. Mi respiración estaba agitada y una gota de sudor resbaló por mi sien izquierda causándome un ligero picor. Me liberé del asfixiante peso de mis mantas y me quedé unos segundos observando el techo, mientras reproducía en mi mente las imágenes que mi subconsciente había creado durante el sueño del que justo me despertaba.
Recordé a Piero y su sonrisa picaresca el día de aquella fiesta, la naturalidad de sus palabras, la sencillez de su personalidad. En el sueño, él se acercaba a mí como en dicha ocasión, derrochando carisma. Dejándonos llevar por la interesante charla y varios tragos después terminábamos besándonos en alguna parte de esa fiesta... ¡Vaya estupidez!
Tan sólo la noche anterior habíamos estado bromeando y discutiendo los avances de la fiesta sorpresa de Elizabeth, había tenido la cena más interesante que había tenido en años, estar con Piero era tan... sencillo. Todo parecía poder llevar su curso normal, como si de pronto a la tierra se le terminase el efecto gravitacional y cada cosa estuviera suelta a mi alrededor, todo simple.
Pero esto... Esto estaba sobrepasando mis límites de compañerismo y amistad. Me rodé sobre mí misma mientras en mi vientre comenzaba a emanar esa sensación de nerviosismo, alcancé mi teléfono celular y observé el reloj: 4:57 a.m.
Me dirigí al baño para mojarme la cara y despejarme la mente y volví a la cama, donde después de muchos intentos logré recobrar el sueño.
Por la mañana al despertar, Elizabeth se había ido dejando algo de comida en el horno de microondas, lo cual agradecí inmensamente, pues la interrupción de mi sueño me había causado algo de pereza para cocinar. Mientras tanto, comencé a pensar en todo el asunto de la boda de Helena, y de como —en parte— Piero tenía razón sobre mi asistencia. Aún así, decidí que no daría tan poca batalla y esperaría a que me llamaran de nuevo para pedirme que fuera.
Por otra parte, luego de la cena con Piero, nos contactamos con varios proveedores de cosas para la fiesta, lo que nos dejó la lista de cosas por hacer casi vacía, pues los encargos estaban hechos y listos para llegar. La música, el banquete, los adornos, el envío de invitaciones, la barra de bebidas, la animación... Y todas las demás cosas que, en contra de mi voluntad, Piero exigió pagar.
La graduación también se acercaba, a escasas siete semanas, ya sentía el peso de los exámenes finales comenzar a caer sobre mí.
El horno sonó agudamente y corrí por mi desayuno, mientras seguía haciendo planes y cálculos mentales para evitar complicaciones. Sin embargo, en el fondo sabía que estaba ignorando muy a propósito la mayor de mis complicaciones en éste momento.
Al final del día, Elízabeth llegó del trabajo con una expresión cansada, pero después de todo, había algo que brillaba en sus ojos. Me atreví a preguntar.
—¿Qué te tiene tan radiante, campanita? — Levanté una ceja. Elizabeth rió y negó con la cabeza.
—¿No puedo estar radiante sólo por que sí? — Se encogió de hombros.
—Lo cierto es, que esa afirmación podría ser aplicada a cualquier persona, menos a ti. Tú nunca estás radiante sólo por que sí.
—Uhhhh, tienes razón. A veces olvido que eres la bruja de psicoanálisis. — Soltó una risita burlona.
—Muy cierto, cariño. Así que de antemano sabes que no te conviene mentirme porque lo sabré enseguida. ¡Se trata acaso de lo que yo estoy creyendo que se trata?
—Ummm... Es posible. —Sonrió con aplomo.
—¡Vamos, Lizzie! Estoy segura de que te mueres por contarme el cuento. —Me burlé.
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I'll Follow You Into The Dark
Fanfiction________ es una chica normal, estudiante universitaria ejemplar y mejor amiga de una manager. Pero jamás supo lo que sería que alguien diera todo por ella, hasta que conoció a Piero Barone. ________ está a punto de embarcarse en una historia de...