1.- Doctorado en sarcasmo

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Brina
-Say you'll remember me, standing in the night dressed, staring at the sunset, babe -canté mientras me lavaba el cabello. Amo esa canción de Taylor Swift. Me recuerda tantos amores perdidos.
La música llenó mis oídos, transportándome al día en que me pinté el cabello de colores. Fue un día soleado y con las calles silenciosas, susurrando palabras incomprensibles al viento que pasaba entre mi cabello rubio con parsimonia.
Cerré la llave y me envolví en una toalla que compré hace poco y era bastante afelpada. Me encantaba.
Me vestí con un vestido blanco con estampado floral, zapatos de tacón negros y un bolso de flores. Mi cabello lo cepillé y lo dejé suelto.
Comí mi cereal mientras revisaba mi teléfono. No. Ningún mensaje. Bueno, tenía todo el día para recibir uno.

Cerré la puerta con llave. El trabajo me esperaba. Aunque no estaba muy segura de que yo quisiera volver al trabajo.
-Buenos días -saludó mi vecino. Volteé a verlo fingiendo desinterés. Todos (incluidos algunos chicos, sí) se volvían locos al verlo. A mí me parecía más bien una especie de chico callado, tímido y que es guapo, pero no lo sabe o finge no hacerlo.
-Hola -respondí con la misma cortesía seca.
Entonces el reparó en mi cabello de colores y esbozó una sonrisa burlona.
-¿Qué? -exigí.
-Tu cabello sí que es diferente.
Noté el sarcasmo en su voz e hice una mueca.
-Vaya, no lo había notado. Gracias por notificarlo.
Sonrió satisfactoriamente. Estaba ignorando mi sarcasmo. Bien.
-De nada -respondió. Apretó el portafolio debajo de su brazo más cerca de él. Su cabello negro resplandecía con las luces que colgaban del techo. Se dirigió con paso decidido y confiado al elevador.
Pensé en bajar por las escaleras...cuando recordé que en mi edificio no hay escaleras. ¿Por qué mi torpeza era tanta?
Seguí en silencio a Chico Misterioso hasta el elevador. Entramos en un silencio que se me antojaba incómodo.
La música llenaba mis oídos. En seguida me desesperó. Suspirando, cambié el peso del pie derecho al pie izquierdo.
-Oh, el estrés de la música en los elevadores es increíble, ¿cierto? -dijo él en tono jocoso.
Puse los ojos en blanco.
-Me encanta -notese el sarcasmo en mi voz.
Sonrió mientras negaba con la cabeza.
Sonó el timbre que anunciaba nuestra llegada a la planta baja. Me apresuré a salir acomodando mi cabello detrás de las orejas.
-Hola, Brina -saludó el portero. Asentí una vez en dirección a él con una media sonrisa.
Un auto deportivo se detuvo frente a mí y la muy limpia acera. Era de color rojo, y vibraba un poco por el alto volumen que el conductor traía en el estero.
Alcé una ceja mientras el vidrio bajaba, revelando a una chica de cabello castaño, ojos verdes cual pasto y tez con un bronceado que se veía tan natural como los alimentos prefabricados. Disimulé la sonrisa burlona que mis labios esbozaban con una tos sólo un poco más falsa que su bronceado.
-Hola, Alex -saludó con voz cantarina la chica, inclinándose hacia la ventanilla y enseñando el escote que escondía sus pequeños pechos. Hasta yo, que me llamaban plana hasta hace unos años, los tengo más grandes.
Comencé a caminar lejos de ese par que seguro se pondría a coquetar descaradamente muy pronto. Estaba por ponerme los audífonos cuando una mano de posó en mi cadera y otra en mi mejilla. Cuando volteé para pedirle explicaciones al descarado que había hecho esa tontería, descubrí que era Chico Misterioso. Me sorprendí tanto que, en el momento en que me besó, sólo pude quedarme ahí parada como idiota. Fui vagamente consiente de que un auto pasaba con el motor rugiendo. Fue como un clic. Me separé bruscamente de Alex («claro, ahora sí recuerdas su nombre, Brina») y me cubrí la boca con la mano.
-¡¿Qué te ocurre?! -exclamé furiosa.
El se vio realmente apenado. Pero enseguida ocultó sus emociones detrás de esa máscara burlona. Bueno, yo también sabía jugar el juego de mantener las emociones a raya.
-Lo siento. Esa chica lleva buscándome desde que la conocí en una tienda de discos.
Yo lo miré aún más confundida de lo que ya estaba cuando me besó.
-Yo... Tu... Pero... -dije tartamudeando.
Sonrió burlonamente.
-Ya. Acéptalo. Te gustó.
Escondí mis emociones debajo de una manta muy gruesa de sarcasmo, ironía y un poco de crueldad clásica.
Me llevé una mano al pecho con dramatizmo, poniendo ojos de borrego degollado y entreabriendo la boca un poco.
-Mi príncipe -dije sarcástica. Él se rio.
Comencé a caminar. Él me siguió.
-Entonces...Brina, ¿eh?
-Es satisfactorio conocer por fin cuál es mi nombre.
Oh. Cuanto amo el sarcasmo.
-Vale -dijo, poniéndose frente a mí y caminando de espaldas-. Lo siento, ¿sí?
Fingí pensarlo.
-Está bien. Ahora alejate. Tengo que trabajar.
Me gustaba caminar a mi trabajo porque estaba cerca, y además hacia ejercicio fácil y rápido, sin cansarme tanto como en un gimnasio.
-¿En qué trabajas?
¿Acaso éste chico no se cansaba de hacer preguntas?
-Tengo un doctorado en sarcasmo -respondí con la vista al frente y una sonrisa satisfecha en el rostro.
Él rio.
-Soy Alex, por cierto.
-Lo sé. La chica lo susurró en mi oído.
Volvió a reír. Diablos. Parecía reírse de todo. Su máscara de frialdad se estaba disolviendo. Pero la mía era difícil de romper. Sí, señor. No trabajé tan duro en mi expresión neutra como para que un chico simple venga a hacerme enseñar mis emociones así como así.
-¿Sabes? -comenzó, caminando a mi lado, ahora-, es curioso que vivamos uno junto al otro y ni siquiera nos hayamos mirado hasta esta mañana.
-¿Sabes? -imité -, es curioso que no me interese.
Giré mi cabeza para ver su reacción. Alex fruncía el ceño.
Después de mirar de un lado a otro en la avenida, crucé la calle con Alex pegado a mis talones.
-¿Qué quieres? -pregunté reteniéndome en seco al llegar al otro lado.
-Sólo quiero conversar, sólo quiero conocerte -cantó la canción de Reik tan famosa en ese momento.
Unas chicas que pasaban a nuestro lado suspiraron y se dieron una mirada cómplice que sólo las mejores amigas se daban.
Rodé los ojos.
-Podrías ser cantante y cautivar a las chicas -usé la ironía como mi arma letal.
-Bueno, Brina, en eso te doy la razón -estiró un brazo sonriendo con su mejor sonrisa para "desarmar" a cualquiera-. Quiero ser cantante gracias a mi maravillosa voz.
Hice un esfuerzo enorme en ocultar mi sorpresa.
Este chico hasta cantante me salió.
-Oh, seré tu primer fan -bufé.
¿Por qué, de entré todos los habitantes de la cuidad de México, tenía que tocarme como vecino un aspirante a cantante?

La Chica Rara De Al LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora