Capítulo 5

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Despierto poco a poco algo confundido por un sueño que tuve... Un sueño en el que estaba cantando ebrio sobre un escenario mientras rompía una cámara que me filmaba cuando cantaba frente a muchas personas.

Fue un sueño extraño, pero se sintió real en mi, como del tipo de sueños que crees que estás viviendo en ese momento.

Me levanto, me doy una ducha en un baño que se hallaba en mi cuarto y voy directo a un armario. Lo abrí y me encontré con un montón (literal, un montón) de ropa de estilo vago pero cara. Sabía que era mía, pues según lo que recopile sobre todo lo que me dijo Juliet, soy el único hombre de la casa. Vi unos pantalones de mezclilla blancos que tenía como juego una chaqueta súper guay donde se divisaba un tablero de ajedrez en la espalda.

Estaba genial, y no dude ni un momento en ponérmelo junto con una camiseta totalmente blanca.

No se que demonios hacia antes del accidente, pero no encontré ni un solo par de zapatos míos; había muchos de Juliet, pero ni uno solo era mío; hasta que encontré unos debajo de un estante de libros.

Salí con pasó temeroso de la habitación y escuche un suave ruido que provenía de abajo. Bajé las escaleras y llegué hasta el lugar de donde provenía el sonido: era la cocina, y había una mujer desconocida preparando algo que olía como a tocino. No quise entrar, por lo que comencé a regresar a la habitación.

Juliet estaba sentada en la cama donde yo había dormido, y al verme entrar sonrió de oreja a oreja.

—Hola, ¿qué tal dormiste?

—Bien, gracias —contesté.

—Linda ropa —dijo con un extraño brillo en los ojos—. Hoy va a ser un día muy especial.

No le contesté, pues estaba casi seguro de que iba a continuar hablándome. Pasaron unos segundos en silencio hasta que ella volvió a hablar.

—Iremos con un psicólogo.

—¿Para qué? —pregunté confundido.

No sabía para qué necesitaría uno. Él no haría que los recuerdos regresarán a mi. Y aunque así fuera, yo solo podría hacerlo.

—Te va a ayudar para que lo que conozcas de nuevo no sea tan fuerte o impactante.

No le veía sentido. ¿Qué clase de cosas hacía? No importaba quienes fueran los que me acompañarán en ese proceso: los recuerdos son sólo eso, recuerdos.

Creo que Juliet vio en mi algo como disgusto, pues se levantó, camino hasta mi y su rostro se ablando.

—Es muy importante para todos, Jules. Por favor.

Vi como sus ojos brillaron por culpa de las lágrimas, y supe que haría todo lo que fuera para que no volviera a pasar, pues se veía que estaba muy cerca de romperse a llorar.

—Está bien —dije finalmente.

Diciendo esto, Juliet y yo bajamos a desayunar algo ligero y, sin perder ni un segundo, salimos de la casa con algunas dificultades por culpa de camarógrafos que se encontraban ahí. Fuimos en un horrible coche hasta un edificio pequeño que no estaba muy lejos de Broadway y entramos en él.

Justo cuando yo tenía un pie adentro de aquel lugar, una chica bien vestida se acercó a Juliet y a mi y nos llevó delante de una puerta en el tercer piso.

Juliet dijo que me esperaría, pues según lo que quería el doctor era que entrara yo solo. Toqué la puerta y una grave vos me dijo que pasara.

—Buenos días —dijo un hombre canoso que estaba sentado en un sofá de cuero café con un block de notas y una pluma fuente en sus manos—. Sientate por favor.

Me señaló con la cabeza el sofá que estaba frente a él, en el que había un tipo bastante curioso: su cabello estaba un poco más corto que el mio y se le formaban algunos remolinos en el cuello, sus ojos eran saltones simpáticos y de color café claro, e iba vestido de mezclilla y cuero.

Tomé asiento distanciándome de aquel chico y luego comenzó a hablar el doctor.

—¿Lo recuerdas Julian?

Yo negué con la cabeza y pensé que quizás lo podría conocer de algún lugarcillo... O podría ser algo así como mi hermano. Dios, Juliet tenía razón: si necesitaba ayuda.

—Soy Nicholas Valensi—me dijo el tipo con una sonrisa sincera—, pero todos me llaman Nick.

Just Jules (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora