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Dedicado a maranovanessa5

-¡Marie Vizenzo!

Chilló en una orden Jaimie, apareciendo en la puerta principal de la casa con cara de enfado, para descubrir a su hija de cinco años abrazada al cuello del compañero y amigo de Santino. Mirándolo con cierta súplica, para que la llevara con él.

-Acaso no me has oído antes –Señaló acercándose a los dos-. La abuela Carmela, es quien se queda hoy a cuidarte.

Alargó sus brazos, esperando a que su hija se soltara del cuello de Sandro y fuera hacia ella.

-Pero yo quiero ir contigo y Sandro a las pistas –Soltó en un puchero con sus labios y el asomo de unas lágrimas de cocodrilo.

Jaimie, abrazó el pequeño cuerpo de su hija cuando ésta se lanzó a sus brazos, par darse la vuelta y caminar hacia el interior de la vivienda, seguida por su amigo. Allí, su querida suegra se acercó a ella con una enorme sonrisa en el rostro, para hacerse cargo de su amada nieta.

-No llores cielo –La agarró de la mano-, acaso no quieres venir con la yaya a la playa.

-Pero también quiero ver correr los coches –Pidió con tono triste.

-Está claro, que es hija tuya –Sonrió con burla Sandro, recibiendo por ello una mirada cortante de la joven madre, causando que callara no sin antes voltear la vista al techo con cierto fastidio.

-Hoy no puede ser mi amor –Caminó Jaimie hacia su hija, para agacharse enfrente de ella-. Pero te prometo, que el sábado sí vendrás. ¿De acuerdo? –Le preguntó dándole un beso en la nariz a la pequeña.

Su hija, acabó por asentir con la cabeza y dedicándole una encantadora sonrisa, antes de abrazarla con fuerza por unos instantes, para después girarse y caminar hasta el piloto.

-Te doy también un beso, para que se lo des a mí papá cuando lo veas –Explicó con mirada traviesa, alzando sus brazos para que éste se inclinara hacia delante y la subiera arriba, pudiendo así rodearle la chiquitina el cuello con sus bracitos y plantarle dos besos en las mejillas.

Ante aquel acto premeditado, su suegra y Sandro rompieron en fuertes carcajadas salvando a Jaimie, quien gruñó para sí misma antes de encaminarse nuevamente hacia la puerta, en dirección al coche del piloto.

Dos segundos después, éste apareció casi a su paso con cierta mueca en los labios, abriendo el cierre centralizado para que pudieran entrar los dos en el deportivo negro.

Un buen rato después, Jaimie mantenía la mirada fija en el paisaje sin mediar palabra alguna, después de llevar un cuarto de hora aproximadamente en marcha. Logrando que su amigo soltara un profundo suspiro de desesperación.

-Llevas con esa tonta actitud hacía mi persona, por todo un año –Reprochó con cierto tono acusativo.- Soy yo, Sandro –Le guiñó un ojo-. Tú amigo y el de tú marido, recuerdas.

Al fin, consiguió que la joven girara su rostro hacia él.

-¡Lo se! –Rebufó-. Pero tú has visto como tienes de encandilada a mí hija, desde que cumplió los cinco años –Se quejó con un gemido-. Has visto sus tretas, para que la cojas en brazos y poder darte besos...

El hombre, la interrumpió empleando cierto tono bromista.

-Eso, es porque soy un tesoro para las mujeres –Le dio una palmada en la rodilla-, no se que diantres viste en Santino, yo soy mucho más atractivo que él. Por no decir encantador.

Jaimie volteó los ojos, sin poder evitar el ocultar la sonrisa que apareció en sus labios.

-Ni en tus mejores sueños –Le guiñó un ojo.- Pero comprende el que me hierva un poco la sangre ante el enfado y la desconfianza –Dijo con cierta mueca en sus labios-. Tienes a mí hija enamoradita.

Reencuentro Dorado -Segunda parte de Ocultándose Al Amor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora