CAPITULO EN HONOR A sanlla
Todo había quedado por fortuna en un buen susto.
Cierto, que habían tenido que intervenir a Sandro quirúrgicamente a causa del daño sufrido en el hombro, pero no hubo nada grave salvando una costilla también rota y los moratones correspondientes del accidente.
Aquel año, el chico iba a perderse ciertas competiciones. Pero era mejor así, que no poder volver a correr nunca en ninguna.
Cuando lo habían subido ya al dormitorio que iba a ocupar por un día, casi todo el equipo se había marchado. Tranquilos al saber que no había nada que lamentar... Mientras que algunos, habían decidido quedarse para saludarlo de parte de todos y entregarle algún regalo.
Y entre el susurro tranquilo, relajado y sonriente de algunos. Volvió a escucharse la voz de Santino, encarando a Regina con su tono de voz de mando que tanto molestaba últimamente a Jaimie.
-Tú, vas a ser la última que entre. Pero no lo harás ni loca sola –Soltó aún con gran desconfianza hacia la mujer-. Antes, quiero saber si...
No acabó de hablar, cuando una voz los pilló por sorpresa, que habló tras ellos.
-Ella va a ser la primera y única, que va a entrar hoy ahí –Dijo Sandro, con rostro pálido en la puerta del dormitorio, acompañado por una enfermera joven que lo miraba con malas pulgas por estar de pie-. Tranquilo hermano, gracias por tu apoyo –Soltó un profundo suspiro-. Me hallo con fuerzas para saber qué ocurre –Mostró una débil sonrisa-. Prometo pasarte veloz informe.
Jaimie, sonrió por la actitud fuerte y valiente del chico al encararse con su futuro. Sabía, o mejor dicho, sospechaba que todo iba acabar bien. Solo había que mirarlos a la cara, para ver como se comían con la mirada de forma mutua. Por ello, que alzó sus brazos para agarrar a su marido de la cintura y empujarlo fuera de allí con sumo cariño y una sonrisa tierna. Era cabeza cuadrada, pero por defender a sus seres queridos.
Cerró la puerta de la habitación, bajo la atenta mirada del joven, con el corazón en un puño. Pues había llegado el momento, de decir toda la verdad y ver qué había ocurrido en verdad... Pero al darse la vuelta y toparse con sus ojos, notó como su cuerpo se sonrojaba de forma violenta, por sentir como el hombre la desnudaba con la mirada.
-Veo que sí eres tú, pero ahora toda una mujer – Habló con tono necio-. No pienso disculparme por ello. Tengo todo el derecho del mundo, a mirarte de la forma que...
-Minuciosa, prepotente y lasciva... -Se aventuró a intervenir ella, logrando que éste alzara un poco el labio en un amago de sonrisa.
-Es lo que hay, chica –Chascó la lengua-, cuando se desaparece por nueve años tras haber hecho apestosas promesas –Soltó un suspiro-. Tú, me has podido ver en la tele y revistas, sabiendo de mi vida.
Regina, se cruzó de brazos y lo miró con mal humor.
-Si vas a estar con esa actitud pedante, por todo el rato que trate de hablar contigo y averiguar qué ocurrió... Solo vas a conseguir quedarte solo y que me vuelva a marchar, pero para el resto de nuestras vidas –Amenazó achicando los ojos, para infundir más seguridad a sus palabras-. Y créeme, que lo lamentarás tras saber un dato importante que seguro tu amigo te dirá, porque yo no pienso hacerlo, a no ser que me trates con respeto y me des, un punto de duda.
-Está bien –Aceptó con dolor en sus ojos y palabras-. Ilumíname, dime porque debo aceptarte aquí, tras éstos nueve años. Y porque debo aceptar, que me haya llegado el puñetero destino dorado y salgas tú en él –Soltó con un gruñido de enfado-. Porque ahora mismo, no te tengo mucho aprecio que digamos.
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Reencuentro Dorado -Segunda parte de Ocultándose Al Amor-
RomanceAunque nuestro destino esté marcado, siempre hay que tener esperanzas. Segunda entrega, de Ocultándose Al Amor, en donde podremos descubrir el destino dorado de nuestro amigo Sandro.