Lo importante en los días malos, es saber que no son eternos, que tras acostarte y dormir, amanecerás en un día nuevo y lleno de posibilidades. Pensar en eso es la clave para no hundirte en la negatividad.
Todo el mundo tenemos días malos, días en que todo nos molesta, en que todo nos sale del revés y si puede pasar algo malo, justo ese día es en el que nos sucede. Pero si algo he aprendido en estos dos últimos años es que, revolcarte en tu propia miseria y negativismo tan solo te hace sentir peor y atraer más cosas negativas que se pegan a tu pecho y se sienten como un peso enorme que te dura días. Sin embargo, si cuando amaneces en uno de esos días de mierda (hablando mal y claro) ya sea porque no te encuentras bien o por causas anímicas y sin querer, te levantas con el pie izquierdo, sumándose una tras otra, experiencias que te hacen querer gritar o mandar a la mierda a todo el mundo, si en ese momento respiras hondo y te dices a ti misma "Mañana será otro día", todo va mejor. En serio. Obviamente no es solo eso, es comprender que todo el mundo tenemos derecho a tener nuestros días malos y que estaremos un poco más borde de lo habitual. Somos humanos y quien diga que jamás tiene un día así, miente.
Cuando me sucede eso, me convenzo a mí misma que vale, que ese día es una auténtica mierda y que odio a medio mundo pero que tendrá su fin. Porque sé que al día siguiente veré las cosas con otra perspectiva. Y sé que cada día tiene posibilidades de traernos cosas positivas, que nos harán felices. Lo único que debemos hacer en los días malos es terminarlos. Pasarlos repitiéndonos que en breve terminará y darnos otra oportunidad a nosotras/os misma/o para ser feliz en cuanto abramos los ojos a la mañana siguiente.
Y lo bueno del caso es que... ¡El día llega! Y llegan las buenas vibraciones, las buenas noticias, logras tus objetivos y sonríes al mirar a tu "ayer" y ver que tenías toda la razón del mundo. Eso, a su vez hace que la próxima vez que vuelvas a tener el día torcido, te acuerdes de esta experiencia y de nuevo te convenzas a ti misma/o de que todo mal momento tiene fin.
Cuando entras en esa dinámica, vives la vida de otra manera. Aceptar las cosas malas de la vida del mismo modo que las buenas hace que seas más feliz.
Como siempre digo, nada es sencillo, esto tampoco. He tardado mucho tiempo en comprenderlo y ponerlo en práctica pero ahora creo que vivo mejor. Me hace bien y es lo que importa.
Porque si nos centramos en los días grises, viviremos entre una niebla de malas experiencias que nos tapará todo lo bueno que la vida nos ofrece tras ese velo opaco.
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La vida no es perfecta. ¿Y qué?
AcakEn los últimos años, la vida me ha dado varias lecciones de las que he sabido aprender. Ahora busco aprendizaje en todas las cosas que me suceden en mi día a día y esta es mi manera de compartirlos con quienes les apetezca un poco de optimismo y pos...