Evidentemente había sido una mala idea , una muy mala. Recuerdo que estaba encerrado en una especie de cage de caña, mi dague se encontraba escondida en mis andrajos pero mi cuello estaba atado a un barrote de la cage. Todos los días venía un indio de alta estatura y balbucea cosas, como si quisiera hablarme pero nunca logré entender nada de lo que decía, mucho menos entablar habla. Lo único bueno de esto era que tenía comida y disfruté de coloridos y ruidosos rituales que realizan los indiens cada tarde posiblemente en honor a algún dios, lo malo de mi situación : estaba colgando en un risco de unos treinta metros.
Una tarde luego del ritual, una mujer india, de cabellos trenzados, tez oscura y brillantes ojos celestes se acercó a mí, junto a cinco indiens muy altos y fornidos. Éstos indiens, a diferencia de los de Cuba, llevan el corps con extrañas pinturas y dibujos de animales. Uno de los indiens me había hablado, pero yo seguía diciendo que no entendía, tanto en castellano como en francés, aún así, no hubo habla. La mujer habló y todos callaron, comenzó a balbucear cosas en un extraño idioma y me liberaron, Recuerdo el froid tacto de la hoja afilada de obsidiana que la mujer había posado en mi cuello y jugaba con éste, la hoja subía y bajaba, el miedo había consumido mi respiración, la mujer bajó la hoja, solo para luego sorprenderme provocando un tajo en mi brazo izquierdo.Balbuceó algo y los indiens me enrollaron el brazo con una hoja muy fría, que calmó mi dolor. Esa noche caminamos selva adentro, tanto tiempo que ya no sabía si era de día o no, en un momento nos detuvimos y, detrás de unas hojas, divisé un templo, parecía el paradis: un gran árbol estaba en lo alto de una lomada, debajo de él, un gran trono, con hojas de árbol en punta adornandolo, dos mesadas de piedra estaban por debajo del trono, a sus costados, y, más abajo, había pequeños estanques de agua con unas plantas flotantes que tenían una flor rosada encima. Antorchas de feu eran extendidas a lo largo del couloir que llevaba a la escalera que permitía llegar al trono. Yo estaba tan maravillado sobre aquel lugar que no me había dado cuenta que me habían metido al agua de los estanques mientras unas indias molían una especie de fruta y largaba su pulpa en el agua, generando espuma. Recuerdo que hacía desde niño que no me habían aseado otras personas. Luego del aseo me colocaron unas prendas indígenas en mis partes, era una tela muy parecida al algodón d'Espagne, pero tenía unos adornos parecidos a plumes. Unas indias se acercaron con pedazos de obsidiana y me cortaron el cheveou, ahora largo hasta la altura de los hombros, al mismo tiempo, unos indiens me clavaban algo en el brazo, era doloroso, pero no había dicho nada. Cuando terminaron, me lavaron el brazo y me dieron una especie de red. Me llevaron al centro del couloir y escuché un rugissement, se trataba de un gran félin, de pelaje amarillento con manchas negras. Los indiens hacían un cántico, aturdiendo mis oídos mientras la mujer india de ojos celestes observaba sobre el trono. Esa noche salté encima de ese felino, fui derribado, arañado y mordido, por más que no comprendía su habla, sabía que los indiens no estaban conformes, al fin lo entendía, era una especie de prueba, y la red era para atrapar al felino. En ese momento crucial utilicé la misma estrategia que utilizaba en Francia para lograr que mi gato, D'artagnan se diera un baño: me coloqué frente al estanque, red en mano y le grité al felino, exponiéndome como bocadillo, y cuando saltó sobre mí alcé la red con fuerza, cayendo ambos al agua.
Había caído en sommeil cuando sentí punzadas en mi brazo, logré ver qué hacían, en mi brazo libre, había una peinture del mismo felino que había combatido ayer, cuando terminaron, repitieron el proceso de ayer, y me dirigí al centro del couloir , pero no había animal u hombre para combatir, realmente estaba aliviado, pues aún me dolían las heridas que hizo el felino. Miré mi otro brazo, el animal tenía una larga cola terminada en punta, parecía maléfico e imposible de imaginar: pinzas como garras y tres pares de extremidades más. Lo que sea ese animal demoníaco, no estaba en condiciones para enfrentarlo, entonces me dirigí a intentar hablar con la líder, pero unos indiens fornidos me agarraron y me acostaron sobre una de las mesas, de nuevo había comenzado un cántico entre ellos, dos indiens se acercaron a mi y depositaron cosas pinchudas sobre mi cuerpo, cuando intenté ver que era no sabía si asustarme o tranquilizarme: había tres de ese animal de mi brazo en mí pero eran pequeños, caminando como si nada, un instinto me había hecho sospechar y temer a la punta de la cola de ese animal traicionero. No supe distinguir cuánto tiempo los tuve encima, pues luego de que recorrieran mis extremidades y mi rostro, y todo mi ser, los indiens los sacaron. Uno de ellos se acercó y me lanzó al eau de vuelta.
Al otro día ya tenía tres nuevas pinturas, algunas no las distinguí, pero una era un pez de dientes muy afilados. Esa mañana salimos de la selva y anduvimos en canoa, me dieron una obsidiana y me empujaron al agua. Aún no logro entender cómo acabé vivo de aquel combate, el animal era rápido, feroz, grande, fuerte y, podía respirar bajo el agua, contrario a mí. Lo debilité cuando logré clavarle la obsidiana en su ojo y luego otra en su otro ojo. Desde que llegué a este lugar no dejé de rezar a notre Dieu porque me saque de aquí, cada día tengo más miedo a la muerte. Esa tarde comimos del gran pez que maté. Finalmente entendí a un indio: con señas me explicó que las marcas se llaman tatu y están ligadas al árbol, aparentemente, quien los obtenga a todos será un ser "completo", digno de casarse con la líder de la tribu, o al menos eso había entendido yo, aún creo que esos "tatu" lograron que pudiera entender algo a los indiens. Luego del aseo, me hicieron dos marcas más, completando el brazo izquierdo, estos eran un ave grande de aspecto poderoso y un dibujo el cual no comprendí. Por más que pensaba en el significado de esa marca, el cansancio me había vencido.
Estos indiens eran osados, valientes, arriesgados, extremos, y posiblemente no conozcan el significado de locura, la última prueba que realicé consistía en "volar" tal y como aquel ave lo hacía en mi brazo. Recuerdo haber tenido una discusión interna entre sauter y abandonarme a la voluntad de notre Dieu o posiblemente ser asesinado por estos indiens porque era un cobarde. Decidí conocer la voluntad de notre Dieu y confiar en el ave.
ESTÁS LEYENDO
Journal de conquête
PertualanganAño 1503, Lothaire du Grandpré, un joven francés radicado en España, se une a una expedición para explorar "las Indias", tal y como Cristobal Colón las había nombrado. Segundo al mando luego del Almirante Castañedo, quien tiene algún que otro proble...