El reloj de pared marcaba las 3:00am, todas las luces del apartamento estaban encendidas y un fuerte viento desordenó los papeles del escritorio.
Karen se levantó temerosa de la cama y recogió los papeles del suelo, sus ojos estaban rodeados de oscuras ojeras, hacía mes y medio que no dormía bien. La brisa era cada vez más fuerte, así que decidió cerrar las ventanas y su habitación quedó en absoluto silencio.
La joven de 23 años respiró profundo y trató de dormir pero los papeles del escritorio volvieron a salir volando a pesar de no haber viento.
-Por favor, otra vez no- susurró Karen con un rostro lleno de miedo.
Las puertas comenzaron a abrirse y cerrarse solas, los papeles seguían volando por toda la habitación, en la lejanía se escuchaba como si alguien quebrara cada plato y vaso de la cocina.
Karen agarró el rosario que tenia en su mesita de noche y salió corriendo hacia la cocina, para su sorpresa todo estaba roto, era normal escuchar sonidos raros por la noche desde que vive en ese apartamento pero nunca nada se movía o rompía.
-¿Qué pasó aquí?- se preguntó y en ese momento todas las luces se apagaron.
Todo su cuerpo comenzó a temblar, le costaba respirar, sentía una terrible presión en el pecho.
-¡Ya es suficiente, se valiente y deja de asustarme rompiendo todas mis cosas!- gritó la muchacha con desesperación e inmediatamente una figura oscura apareció. Cada vez se acercaba más, Karen estaba inmóvil, indefensa y muy arrepentida de haber gritado esas palabras.
La sombra parecía una figura humana cubierta con un manto negro, no tenia pies, pero si tenía manos y las elevaba lentamente hacia su cabeza para quitarse la tela que la cubría, mientras que Karen seguía paralizada viendo como aquella cosa se movía.
El oscuro manto que cubría a la criatura cayó al suelo con suavidad y Karen al ver el rostro que tenía en frente gritó llena de pánico y terror.