Montserrat y Alejandro eran los padres de Aurora, ambos pasaban todo el día fuera de casa ya que sus trabajos requerian de mucho tiempo, siempre llegaban al apartamento a las 8:00pm pero aquel día lo hicieron a las 6:25pm, claramente las razones por las que estaban allí no eran las mejores, un vecino preocupado llamó por teléfono a Montserrat para informarle que de su casa estaba saliendo un montón de agua, la mujer salió inmediatamente del trabajo y llamó a su hija Aurora, pero esta no estaba ni siquiera en la residencia. Cuando Montserrat llegó al apartamento todo estaba lleno de agua, ella entro revisando cada grifo y regadera de la casa, cuando registro el baño de la recamara de Aurora se encontró con algo que catalogó como "la imprudencia más grande", habían varias blusas de su hija tapando el lavamanos que tenia la llave abierta, mojando toda su habitación y posteriormente el apartamento.
-Yo no deje esas blusas en el lavamanos, ¡Lo juro!- dijo Aurora mientras su madre sujetaba las prendas de tela empapadas frente a ella.
-Aurora, por tu imprudencia tu padre y yo tuvimos que regresar antes de tiempo cansados del trabajo a limpiar el apartamento- dijo la madre a modo de queja, cada vez que articulaba una palabra se le hacian varios pliegues en su palida frente.
-Yo también ayude a limpiar- acotó Aurora mostrando sus manos que tenían marcas rosadas por tanto exprimir el trapeador.
-Estás castigada, no saldrás de esta casa en toda una semana y si no te pierdes de mi vista ahora mismo, será un mes- dijo Montserrat sientiendo como una presión se le subía a la cabeza de lo enojada que estaba.
Aurora la miró en silencio con ojos llenos de tristeza y rabia, luego observó a su padre que seguía limpiando algunas cosas, ella se sintió muy culpable así que se guardó todas sus ganas de discutir y se fue a su cuarto.
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Aurora estaba acostada en su cama mirando hacia el techo, tratando de recordar el momento en que había dejado esas blusas sobre el lavamanos, pero no logro hacerlo, luego un pensamiento paso por su mente como una flecha y le hizo ponerse pálida, "¿Dónde está Kira?" pensó, con tantas cosas que le sucedieron ese día dejó en el olvido a su cachorro, inmediatamente se levantó de la cama y comenzó a caminar por su cuarto con pasos nerviosos, ya eran las 3:00am
-Dios mío- dijo la muchacha llevándose las manos a la cabeza- ¿Cómo pude dejarlo?
En ese momento un viento fuerte hizo que los papeles que tenía sobre el escritorio volaran por toda la habitación, ella cerró la ventana y fue a recoger los papeles con rapidez, se detuvo al escuchar un fuerte ruido, como si algo se hubiera quebrado, Aurora salió con pasos nerviosos a la cocina y al encerder la luz observó varios platos rotos en el suelo, luego se incorporaron sus padres algo asustados.
-¿Ahora rompes los platos?- reclamó la madre con el rostro aún hinchado de dormir.
Aurora se sorprendió de que la culparan -Yo no lo hice- respondió, sabiendo muy en el fondo que Montserrat no le iba a creer.
-Me imagino a los platos saltando solos desde el estante- dijo la madre con sarcasmo y enojo -¡Recoge eso ahora mismo!- exclamó mientras le daba la espalda a Aurora que se agachaba para limpiar.
-Yo te ayudo- dijo su padre que fue a buscar una pala y una escoba, cuando llegó Aurora estaba lavándose una mano en el fregadero, al parecer se había cortado.
-Dejame ver eso- musitó mientras tomaba la mano de su hija, tenia una profunda cortada en la palma- Vamos a curar esto primero.
Alejandro era un hombre muy tranquilo a diferencia de su esposa, el tenia un lema "Antes de agobiarte por un problema, mejor piensa en la solución", mientras curaba la herida de su hija ella comenzó a llorar.
-¿Te duele?- preguntó amablemente.
-No, no es eso- respondió ella tratando de contener el llanto.
-Sabes que puedes contar conmigo, cuando quieras contarme algo siéntete libre de hacerlo, tu guapo padre siempre te escuchará- dijo en tono divertido, Aurora sonrió al instante, el siempre la hacia reír, aunque últimamente no lo veia por el trabajo.
-Sé que puedo contar contigo, lo que pasa es que el día comenzó muy bien pero todo cambio en un segundo, la casa se inundó, me quedé atrapada en el ascensor, los platos se rompieron y no sé dónde está Kira- dijo Aurora y comenzó a llorar otra vez.
Su padre arqueo la cejas- Definitivamente no tuviste un buen día pero ¿Estás segura de que no sabes donde está Kira?
-Bueno- ella hizo una pequeña pausa y se secó las lagrimas- en realidad si lo sé, lo dejé en el carro de una vecina.
-Espero que esa vecina lo haya sacado del auto porque sino debe estar muerto.
-Papá no digas eso- Aurora comenzó a llorar otra vez.
-No, no llores- suplicó él, arrepentido de haber dicho algo tan cruel- Mejor dime donde vive la chica que lo tiene y yo busco a Kira mañana cuando regrese del trabajo.
Al escuchar estas palabras el rostro de Aurora cambio por completo, se veía más tranquila -La chica se llama Diana, la vi entrar a la torre B, pero no se en que piso vive.
-Está bien, no importa, mañana cuando regrese paso por allá y le pregunto a alguien si conoce a Diana.
-Gracias papá- Aurora le dio un fuerte abrazo y Alejandro se sintió tranquilo, cuando su hija lo abrazaba era porque las cosas marchaban bien.
-Bueno Aurorita- susurró mientras pellizcaba con suavidad la mejilla de su hija- es hora de dormir.
Aurora le dio otro abrazo y se despidió, Alejandro veía como ella se alejaba cada vez más hasta que desapareció, un extraño sentimiento lo invadió, quizás era nostalgia, ya que su hija no era una niña "El tiempo pasa rápido" pensó y luego dejo salir un gran suspiro.