-...¿Hace cuánto que estáis juntos?
El alivio y la decepción me inundan. No esperaba que tuviese novia, pero así mejor, sé que no quierer nada. Aunque aún sigo sin comprender por qué no me gusta del todo eso de que "esté cogido".
-La conocí en tal que llegué a Madrid, hace unos meses. Y, en fin, fue amor a primera vista.
-Por favor, no me hagas vomitar arco iris -bromeo. Se ríe.
Finalmente llegamos al Mc Donald's, que está bastante lleno, pero al fin encontramos una mesa. Mientras Víctor está pidiendo observo a una pareja que está en la mesa de al lado. No dejan de tontear ni de sonreír y me encuentro deseando tener algo como eso. Antes de que sea tarde.
Empezamos a comer. Yo pico de mi hamburguesa algo cortada, pero él engulle su hamburguesa sin ningún reparo. Chicos...
-Bueno, ¿has traído la lista? -me pregunta sorbiendo de su Coca-cola.
La saco del bolsillo de mi pantalón y le voy nombrando todas las cosas que quiero hacer. Bañarme en la playa, ver estrellas fugaces, montar en moto, dar mi primer beso... Al leer esta última no puedo evitar sonrojarme, pero espero que Víctor me comprenda.
-¿Ya? Si ni siquiera llegas a cincuenta -me responde con un toque de reproche.
-Perdona, pero empecé la lista antes de ayer. Además debo decir que uno de los efectos secundarios de la quimioterapia es la falta de imaginación -intento defenderme.
-Bueno, supongo que podemos ir añadiendo nuevas cosas según vamos cumpliéndolas.
-Osea, que ya te has acoplado a mi lista. ¿No tienes suficiente imaginación para crear una propia? -toma ya, se la he devuelto.
-Sí, pero entonces no podría hacerla contigo.
-¿Quieres decirme a dónde vamos?
Después de comer, Víctor me ha arrastrado hasta un centro comercial. Dice que aquí cumpliremos uno de los elementos de la lista, pero no sé cuál. ¿Ver una estrella fugaz? Lo dudo. ¿Montar en moto? Imposible. ¿Darme mi primer beso...? Al pensar en eso me sonrojo, pero, afortunadamente, él no lo nota.
Finalmente dejamos de subir escaleras mecánicas y llegamos a la última planta, la de electrónica. Víctor se coloca en frente mía y recita:
-Señorita Cristina, tengo el placer de hacerle cumplir la primera cosa...
-Segunda, acuérdate del hospital.
-Segunda cosa, pero igual de importante, de su lista. Y esa es... comprarle un móvil -señala un mostrador con muchos tipos de móviles, desde los más caros y nuevos hasta los más sencillos.
-Bravo Einstein, pero no tengo dinero.
-¿Tan aislada has estado? Hoy en día puedes llevarte un móvil a casa gratis, aunque tienes que cogerte una determinada tarifa pagando no sé cuánto al mes... -me explica como si tuviese el cerebro de una rata.
-Vale vale, ¿cuál me cojo?
Después de media hora hablando con la dependienta, explicándome todos los puntos a tratar, me puedo llevar mi móvil, el cual me encanta. Nunca había tenido.
Pillo a Víctor mirándome y riéndose.
-¿Qué pasa? -pregunto con curiosidad.
-Pues que esto me recuerda a una de esas típicas películas en las que un hombre del pasado viaja al futuro y no tiene ni idea de cómo se utiliza lo electrónico.
-¡Oye! -le propino un codazo.
-Bueno -dice cambiando de tema-, ya podemos apuntar y a la vez tachar otra cosa de la lista.
-Sí...
Nos sentamos en un banco dentro del centro comercial viendo pasar a la gente. Pasan un par de chicas algo más pequeñas que nosotras riéndose de cualquier cosa. Una familia con una madre un tanto estreasada. Una pareja. Una pareja...
-¿Me prestas tu móvil un momento? -pregunta.
Se lo doy y le observo andar en mi nuevo Samsung Galaxy SIII Mini. Suena hasta bien... Después de unos cuantos segundos me lo devuelve.
-¿Le has puesto un rastreador? -pregunto fingiendo preocupación.
-Sí, y aparte he guardado mi número en tu agenda. Para que podamos hablar por WhatsApp.
-Ah, ¿que también tengo de eso?
-Lo que decía, un cavernícola.
Me río más alto de lo que pretendía y como hacía mucho tiempo que no hacía. Tal vez si hubiese conocido antes a Víctor las cosas habrían sido diferentes en el hospital y mis ganas de vivir hubiesen sido distintas, mayores. Pero le he conocido ahora, mejor dicho, ayer (¿en serio que fue ayer?) y parece que todo ha cambiado.
-¿Jugamos otra vez al juego de las preguntas? -respondo que sí. No sé por qué pero me recuerda a lo que juagaban Peeta y Katniss, los protagonistas de uno de mis libros favoritos, aunque ellos respondían real o no real-. ¿Tienes hermanos?
-Sí, dos. Julián y Tomás. De 18 y 12 años. Me toca. Mmmm... ¿estás estudiando? ¿A qué curso vas a pasar? Porque yo, aunque he estudiado en el hospital, me he quedado atrás y este año haré cuarto de la ESO, aunque me tocara hacer bachillerato.
-Eso son dos preguntas, tramposilla. No voy a ir a ningún lado porque, recuerda, voy a morirme, igual que tú. Mis padres no me obligan. Aunque debería pasar a segundo de bachiller.
Lógico. Ese mismo tema discutí yo con mis padres, que era inútil estudiar para nada. Pero ellos se negaron. Aún creen que hay esperanza. Estúpida esperanza.
-¿Te has dado cuenta de que preguntes lo que preguntes, casi siempre la respuesta tiene que ver con el cáncer? -pregunto enfadada.
-Porque aunque lo intentemos, el cáncer sigue ahí.
Pasamos el resto de la tarde jugando a nuestro juego. Él se entera de mi el resto de mi vida que le quedaba por saber y yo de la suya. Tiene una hermana pequeña de apenas siete años, sus padres están divorciados y vive con su madre y su padrastro, que es como un padre para él. Le gusta leer, aunque no lo hace a menudo. Tiene bastantes amigos, aunque todos en Barcelona. Y su novia... Me enseña una foto de ella. Es guapa, mucho más que yo. Y tiene una gran melena, "igual" que la mía.
Me acompaña a casa, algo que agradezco y estoy segura de que mi madre también y nos despedimos con un simple adiós (¿Qué esperaba?). Pero antes de llamar al timbre noto que mi móvil vibra y tengo un WhatsApp, que cuando lo leo, me hace sonreír.
"Bueno, mañana, ¿dónde y cuándo quedamos?".

ESTÁS LEYENDO
Before we die
Teen FictionSinopsis: "Me voy a morir. Tengo dieciséis años y estoy enferma de cáncer de brazo desde los siete. No tengo brazo izquierdo. Hace unos meses parecía que por fin el cáncer había sido eliminado de mi cuerpo, pero no ha sido así. Por eso, después de p...