Cap. 6: Consecuencias

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- ¿Qué carajos?- exclamó Esteban alzando la cabeza - ¿Qué sucedió?

- No es posible - susurré cerrando los ojos.

Jim, intrigado, se asomó por la ventana sacando exageradamente su gigantesca cabellera.

- Cielos otra vez - siseó -. Creo que hubo otro apagón. Toda la calle está completamente oscura.

- ¿Y tuvo que pasar esto? ¿Justo ahora? - Esteban no salía de su asombro.

Jimmy chasqueó los dedos.

- Oye, tú - me señaló -, acompáñame al sótano para traer unas linternas y un par de velas. Estos incidentes ocurren a menudo. El resto no se mueva de aquí en lo que la luz se tarda en volver, ¿sí? Traten de relajarse. Jorge, si quieres puedes empezar a contar tus historias de terror. Creo que sería bastante oportuno.

Y por fin, Jorge soltó una sonrisa.

- Eh, eh, que ni se te ocurra - advirtió Francisco apuntándolo.

Jim me hizo un gesto con el rostro para que lo siguiera. Los demás tuvieron que esperar. Bajamos con cuidado conforme nuestra vista se ajustaba a la oscuridad. Llegamos a su sala.

- Ven, vamos a la cocina.

Caminamos. Jim trató de encender el interruptor de una de las paredes haciendo sonar el 'click' dos veces. En ese instante pude vislumbrar que sacaba su celular del bolsillo.

- Bien pensado.

Iluminó sus pasos hasta ingresar a la cocina y dirigirse al repostero. Empezó revisando algunos cajones.

- Ten - me dio el móvil -, alúmbrame.

Procuré enfocarme en él, solo en él y no en la oscuridad que nos devoraba con lentitud. Siempre fue, más que un miedo, una incomodidad constante el estar sumido en la negrura. Me obligaba a mí mismo a no estar ojeando a mis alrededores. Fantasmas, monstruos, anormalidades. Mi cabeza podía crear todo tipo de figuras siniestras emergiendo de donde carecía la luz. Solía ser muy fastidioso.

Entonces, entre muchos revoltijos, Jimmy extrajo dos linternas sucias de un compartimiento inferior.

- Supongo que esto servirá.

Las sacudió.

- Pensé que las utilizabas.

- ¿Por?

- Dijiste que estos apagones eran comunes.

- En realidad no lo son, no suele haber tantos apagones por aquí. Lo dije para que los chicos no empezaran a alucinar - su vista volvió a las linternas y esbozó una sonrisa nostálgica -. Me extraña encontrar esto después de tiempo. Mi hermano y yo solíamos jugar con ellos cuando éramos más chicos. Jugábamos a hacer exploraciones y ese tipo de cosas. Era... divertido - su voz se tornó abrumada en la última frase -. Es como desbloquear un recuerdo.

Pestañeé absorbiendo los labios evocando los antiguos hechos que habían perturbado a su familia, y que la había destruído. Puede que Jim por ratos fuera un tanto insoportable, pero eso no impedía que no sintiera cierta pena todavía. Con menos de veinte años, el muchacho había pasado por la peor de las tragedias. Lo solía manejar muy bien frente a los otros, sin embargo cuando estaba solo, cuando nadie lo veía, daba la impresión de sufrirlo como la primera vez.

- Oye, viejo, no has hablado mucho de tu hermano luego de lo que pasó. Sé que no somos tan cercanos, pero...

- No, no te preocupes - dijo tajantemente - Él ya está donde escogió estar, así que dejémoslo así.

Ni bien nos callamos, oímos un crujido en la sala, alarmante y atemorizante, como si alguien hubiese pisado fuerte contra el suelo con tal de capturar nuestra atención. Se me erizaron los vellos de la nuca e iluminé la entrada de la cocina.

No obedezcas a la morsa - Pesadilla Viral: Parte UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora