Ya que no podría saber de donde le parecía tan conocida, decidió mejor tratar de conocerla. La espero fuera, pensando que sería buena idea y que no parecería para nada como un extraño.«Estúpido Damian» pensó, cuando Lyra —así le había dicho que se llamaba— le dijo con respecto a su propuesta:
—No suelo darle mi domicilio a extraños —y siguió con su camino.
Por alguna razón, él quería seguir insistiendo. Así que camino al lado de ella, mirando sus ojos.
—Tus ojos, ¿quién te los heredó? —Lyra sintió una punzada en el pecho, no lo sabía.
—Eso no te incumbe.
—Son preciosos, de verdad... como tu —lo dijo sin más, Lyra estaba a punto de perder la paciencia pero algo le decía que esperara un poco más.
—¿Por qué estás siguiéndome?
—Lo siento, no quiero parecer como un psicopata, es solo que...
—Vamos, chico, no dejaré que sigas siguiéndome —no estaban cerca de su casa, pero de todas formas era un extraño junto a ella en la noche. «Aunque bueno con la poesía»
—Hay algo en ti, la verdad no se que es, pero me incita a querer conocerte —la chica se volteo hacia él y la diferencia de sus alturas se hizo notoria. A su lado, Lyra se veía pequeña como una muñeca. Y eso no era lo único diferente, la piel de ella era de un tono bronceado que parecía canela y la de él casi tan blanca como la nieve.
—Como te dije, me llamo Lyra y trabajo en Latte, me gustan los pasteles de chocolate y mi compañera es una rubia atractiva que podría estar dispuesta a salir contigo —sin contar las primeras dos cosas, todo mentira. —Ahora, si me disculpas, quisiera llegar a mi casa.
La chica se volteo y siguió su camino con paso fuerte. Su cabello volaba libre por el aire y una pequeña esencia de su perfume llego a Damian. Guardo sus manos en sus bolsillos y sonrío, antes de que no pudiera escucharlo gritó:
—¡Mucho gusto, preciosa!
Regreso a su carro, en definitiva su casa no era hacia el lado de la ciudad por el que se había ido la morena. Damian se sintió lleno de adrenalina, nunca había hecho todas esas cosas por hablar con una chica. Peleaba internamente por saber si seguiría buscándola o la olvidaría sin más. Lo dejo al destino.
***
Era un día soleado en Inglaterra, las clases habían transcurrido sin problemas. Los tres amigos habían salido al gran patio entre dos de los edificios del Instituto. El de música y escultura y el de literatura y dibujo.
Recostados en el pasto, platicaban de cosas variadas. La presentación de Lyra el día pasado y el muchacho de ojos verdes habían quedado atrás. Disfrutaban del sol cálido, aunque el viento fresco aún corría. Acostumbrada a ese tipo de clima, Lyra usaba una blusa gris con cuello en V y unos vaqueros claros.
—Estoy feliz hoy —dijo Rebbeca de repente.
—¿A que se debe este humor tan repentino, drama queen? —le preguntó Tim, mencionando ese apodo debido a que Beca de verdad era una persona dramática.
—Ignoraré tu estúpido comentario, Timothy Clark, y proseguiré con lo que estaba diciendo —hizo algo extraño con su cabello, moviéndolo hacia un lado. —Estoy feliz hoy, porque hacía mucho que no veía los senos de Lyra.
Lyra se sonrojo al instante y tapándose con las manos la piel que se veía por el escote, dejo salir un agudo: —¡Rebbeca Preston!
Sus dos amigos comenzaron a reír sin parar, como dos locos desquiciados.
—Nunca jamás volveré a usar esta blusa, ¡siempre tienen que burlarse de mi! ¡Ahhhh! —se quejó, haciendo pucheros. Cuando estaba con ellos, su pantalla de seriedad se rompía.
—¡Nooo, Lyyyy! Es lo más valioso que tiene este instituto —alargó la "o" y la morena le soltó un golpe. Tim solo reía, amaba a sus amigas.
Así siguió la platica y Lyra se dio cuenta de lo seguido que hablaban de sus pechos. Negó con la cabeza y sonrío, maldita sea, que buenos amigos tenía.
—¡Por fin es viernes! —exclamó Rebbeca. Tenía la manía de gritar muy fuerte que todo mundo volteaba hacia ellos. —Nuestra querida amiga Lyra, no trabaja hoy. ¿Qué significa eso, Tim?
—¡Fiesta, fiesta!
—¿Podrían hablar como personas normales? —se tapo la cara para esconderse. —Que no me vean con ustedes, locos.
—Vamos, Ly, no cambies de tema —le dijo Tim. —Hace mucho que no salimos.
—Si, hace exactamente una semana que no vamos a una fiesta —agregó Beca.
—Saben que jamás les diría que no —finalmente accedió, como siempre. —¡Tengo alma fiestera!
Esta vez fueron sus dos amigos quienes se escondían de la pena.
Decidieron ir a comprar un aperitivo antes de comenzar de nuevo las clases. Caminaron juntos a la cafetería que estaba frente al instituto mientras seguían riendo. Era un gran día y los sucesos extraños del día pasado se habían esfumado. Lyra tenía una gran capacidad para ignorar cosas o esconder sentimientos.
Casi nunca iban a ese local —la mayoría del tiempo porque Lyra se negaba, para eso tenía a Latte— era pequeño y no recordaba su nombre. La morena no pidió nada, sus dos amigos ordenaron cafés.
Se quedó sentada en una mesa y comenzó a juguetear con su cabello aburrida. Después de un pequeño rato, empezó a mirar por el ventanal del café. Se veía parte de los edificios del instituto, además de los grandes arboles.
La gente pasaba y pasaba, metidos en sus pensamientos al igual que ella. Unos ojos verdes se cruzaron por su mente y ella desvió el recuerdo. Sin embargo, no había sido un recuerdo.
Él estaba allí.
Parado en la acera de la banqueta, junto con otros dos amigos, se encontraba Damian. Inmediatamente Lyra se volteó, «¿qué rayos hace él aquí?», pensó. Pareciera que el tipo extraño la estaba siguiendo —otra vez—.
Le rogó a todos los dioses que no entrara. Sus amigos ya regresaban a la mesa para poder irse al instituto, y así podría escabullirse por si el muchacho planeaba molestarla de nuevo.
Pero la suerte no estaba del lado de Lyra ese día, después de que otro amigo de Damian se reuniera con ellos, los cuatro chicos entraron al local.
«Mierda» pensó.
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LYRA
Fiksi RemajaLyra Moon cabía entre los parámetros de una persona normal, pero contenía una luz que solo algunos podían ver. En esta historia, Lyra conocerá el pasado del cual nunca estuvo consciente y todos los problemas que este le causará en su presente. "Un v...