Capitulo 0//Por allí

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*Este es el "prologo" por así decir, lo que leerán sera en unos cuatro años después de la continuación del próximo capitulo.

- ¡Dulce!- grito. La angustia me abarca, sin centrar mi tiempo en pensamientos desesperados, continuo con la busqueda de mi pequeña por la casa ¿Cómo es posible que teniendo sólo cuatro años pueda correr tan rápido?- ¿Reina, dónde estás?- pregunto. Espero el tono haya sido suficiente para ser escuchado por ella.

¡Maldito licor!

Nada.- gruñe Víc, mi lobo. Llevamos dos horas en la búsqueda de Dulce, y con el pasar de los minutos, el enojo de Vic hacia mi parte aumenta.

Recuero a la perfeccion cuando Víc me había advertido sobre la mala idea que seria el beberme ese licor traído por mi madre ayer, pero ¡No es mi culpa!, ¿Cómo iba a saber que mi pequeña tiene tan buen olfato? ¡Hasta me bañé y lavé la boca!, aun así mi Dulce me descubrió.

Ahora me encuentro buscándola por toda la casa, por que según ella prefiere vivir entre los muros, a convivir con un alcohólico.

Subo las anchas y oscuras escaleras de madera hacia el segundo piso, donde seria él último lugar faltan te en revisar. ¿Sé abra subido de nuevo a los muebles? Por precaución recorro todo él pasillo mirando sus paredes ya no tan blancas a causa de los múltiples dibujos que mi Dulce hizo en ellos, y los muebles oscuros que adornan él lugar.

Nada...¡Mierda! Ahora ¿Qué hago?

Para la mayoría de la gente aparento ser muy tranquilo, lo cuál no está muy alejado de mi realidad. En si nunca he sido de los que se alteran con facilidad, ni tampoco un agresivo a lo mínimo. Más bien tengo un buen genio y una gran paciencia, o por lo menos eso es lo creido por mi oarte antes de conocer a Dulce, mi pequeña sorpresa. Aún recuerdo cuando la encontré en aquel bosque colgada de una rama, cerca del lugar de entierro ¿Quién la habrá dejado allí?

Saliendo de mis pensamientos, choco con la ultima puerta del corredor, nada, mi Pequeña tampoco ésta en esté cuarto.

Sin lugares para buscar y ya con el pelo más blanco que castaño, por el estrés, decido pasar al segundo plan... chantajearla. Me paro frente al barandal de la escalera con la vista hacia abajo de ésta.

- Cariño si apareces ahora te daré galletas.- espero unos segundos, pero de igual forma no se escucha nada ¿Grité muy bajo? Camino nuevamente por el pasillo ahora con la duda más profundizada sobre dónde está escondida mi Pequeña ¿Se habrá metido de verdad por entre los muros? Dejé pasar unos segundos, cuándo siento a alguien trepar por mi espalda, dándome por fin tranquilidad para respirar ¡La encontré!

- ¿Con chipitash?- pregunta mi niña con su melódica voz. La tomo de su pancita y la volteo en mis brazos para sostenerla mejor.

- Con todo lo que quieras Preciosa.- respondo. beso su frente en gesto de afirmación.

Aun con Dulce en mis brazos bajo las escaleras y camino hacía la cocina. Sin perder más tiempo y feliz por haber encontrado a mi Pequeña, comienzo la búsqueda de las galletas.

Hace unos días mandé a comprar unas cajas de esas que a mi Reina tanto se le gustan. Al recibir el encargó mi Dulce por poco se desmaya de la emoción. Creyó que la dejaría comerse todas las galletas ese mismo día.

- ¿Que shono?- curosea mi pequeña. Tomándome desprevenido, al estar tan ensimido en mí.

- No sonó nada Amor.- explico. giro a verla y noto confusión en su cara ¿De verdad piensa haber escuchado algo? Cómo si Dulce supiera lo que pienso, entrecierra los ojos y resopla.

- Sí. Mila shhh.- susurra, poniendo un dedo sobre su pequeña y rojiza boca para hacer silencio.

- Amor no escucho..- un fuerte ruido proveniente de la entrada me interrumpe.

- ¡Sonó!- salta mi Reina con alegría por tener la razón.

Yo que me asusto. Si ahora con cuatro años le gusta tener la razón. Imagina como será a los veinte años, o peor aún como será a los dieciséis años. Hermano, esa es la edad del demonio.- dice Víc con un tono de preocupación falso.

- Amor escúchame.- la llamo, cargo su cuerpo y la dejo detrás de la mesa de desayuno.- Quédate quietita allí y te prometo que en cuanto vuelva te daré galletas de chispas con helado ¿De acuerdo?- me encontraba de cuclillas frente a Dulce.

Sólo espero y sea algún idiota quien esté molestando en la entrada, aun si es así, espero y no crea que saldrá ileso de ésta, no se paga barato el molestar mi tiempo con Dulce.

- Okey papí.- asiente mi Reina, se pone con sus pies en puntillas, me besa en la mejilla y rie.

Es una verdadera dulzura, espera... ¿Dijo papi?

¿Papi? ¿No será papacito?- se burla Víc.

El sabe a la perfección toda la lucha dada con Dulce para no ser llamado de esa forma. No es que me desagrade, pero dentro de mi lo encuentro incorrecto, no debe de ser de esa forma.

- Cariño le he dicho mil veces que no...- nuevamente el mismo ruido se escuchó.- Ya vuelvo Amor... recuerda la promesa.- susurro y salgo de la cocina.

Me dirijo al lugar en dónde se escuchó por última vez ese sonido que tanto le ha dado por interrumpirme hoy. Llego a la entrada de casa sólo para encontrarme la puerta abierta, salgo de la casa y examino todo su alrededor. Al no notar nada fuera de lo común, vuelvo a entrar, cerrando está vez con seguro.

Suspiro frente a la puerta al momento que oigo el grito de Dulce, percibiendo recién el aroma de otro lobo en la casa.

Si, porque fue lo más inteligente dejar a nuestra pequeña sola e indefensa.- me riñe Víc, por lo sucedido.

Sin pensarlo más me dirijo corriendo de vuelta a la cocina. Espero y el idiota quien ingreso a mi casa ya este preparando su testamento, por que ya se quien es.

Cuándo llego a la cocina vi lo peor que me pude haber siquiera imaginado...

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¡hola!
Espero les haya gustado y si no les gusto o piensan no seguir leyendo la novela les pido que me digan él porque.
Bueno eso~.

PD: denle una oportunidad a la novela.

PAZ se despide.

Desde Siempre MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora