CAPÍTULO 1

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Al día siguiente Violetta volvió al hospital para recoger las pertenencias de su abuela.
Estaba empaquetando sus cosas cuando aparece Leo por la puerta.
Ella levanta la mirada y al verle enseguida se le levanta el animo.
- Hola Leo.
- Hola Violetta. Tengo algo para ti.
- ¿Enserio?
Él se acercó y abrió la mochila que cargaba a la espalda. De dentro sacó un oso de peluche de color violeta.
- ¿Y esto?
- Como buen mentalista que soy he deducido que tu color favorito era este.
- La verdad que sí.
Para ella ese gesto fue muy bonito, aunque sabía que el oso era de la tienda del hospital, se lo agradeció.
- ¿Qué haces?
- Guardar las cosas de mi abuela.
- Bueno...¿qué harás ahora?
- Si te digo la verdad, no lo sé...
Eso le rompió el corazón de Violetta. No sabía qué haría ahora.
- Tendré que vender la casa, es demasiado cara para mantenerla y...
Leo la interrumpió:
- Si quieres hablo con el equipo sanitario por si alguien está interesado.
- Vaya, equipo sanitario. Que culto.
Violetta comenzó a reírse.
- No sólo soy mentalista.
Los dos se rieron.
- Bueno y de esta forma...tendrás una excusa para verme.
No hacían más que mirarse y sonreír. Los dos sentían algo por el otro aunque no sabían si se trataba de amor o no.
Al acabar Leo se ofreció a llevarle alguna bolsa a Violetta. Cuando llegaron a la puerta fueron al coche de esta y metieron todo en el maletero.
- Entonces...hasta mañana Leo.
- Hasta mañana Violetta.
Ella se subió al coche y se fue para su casa.
Al llegar, descargó todo y en cuanto entró, notó  un sentimiento de nostalgia. Ya no volvería a ser aquella casa donde se crió y creció junto a su abuela. Enseguida formaría parte de otra familia y eso la entristeció. Pero las cosas cambian y los cambios no tienen que significar ser malos, también pueden ser buenos.
Al día siguiente volvió al hospital pero esta vez para ver a Leo. Llamó a la puerta y este le hizo señales para que entrara.
- Creo que hay una enfermera de la planta de pediatría que puede estar interesada. Al parecer tendrán otro bebe y necesitan una casa más grande.
- Me alegro.
Leo notó que a Violetta le pasaba algo.
- ¿Va todo bien?
Ella suspiró.
- Esta mañana me han enviado un e-mail. Me he dado cuenta que tengo que planificar el entierro de Nana...
- Si quieres te ayudo.
- La verdad es que me encantaría. Esto me supera.
Violetta volvió a derramar lágrimas. Todo este tema era demasiado para ella. Enseguida Leo se levantó y la abrazó, Violetta no se apartó porque de verdad necesitaba un abrazo. Se sentía muy sola con la muerte de su abuela y le gustaba sentir que había alguien con ella en esos momentos.
En un susurro dijo:
- Gracias Leo.
Este se emocionó ya que para él esas palabras lo eran todo. Solo quería sentirla cerca y verla feliz y haría todo lo que estuviera en su mano para lograrlo.
Empezaron a organizar el funeral. Se les hizo muy tarde y como Violetta también estaba cansada, los dos se tumbaron el uno al lado del otro, en la cama de Leo.
- No sabes cuánto te agradezco esto Leo.
Él la miró y sin pensarlo le dijo todo lo que sentía hacia Violetta:
- Quiero saber cómo saben tus besos y quiero sentir tu aliento pronunciando las palabras "Te amo".
Ella no esperaba eso. También sentía algo pero no estaba muy segura de ello. Pero vio que la vida se acaba antes o después y hay que vivirla. Así que se fueron acercando poco a poco hasta que sus labios se fundieron con el del otro en un beso.

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