CAPÍTULO 3

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Hoy era San Valentín y Leo tenía planeado algo.
Violetta llegó más temprano al hospital, se dirigió a la habitación de Leo pero este no se encontraba. Enseguida apareció por la puerta y le sorprendió verla allí.
Se acercó a ella y la besó en la frente para luego decir:
- Lo siento mucho Violetta, pero tengo cosas que hacer.
- Claro. No pasa nada.
Él se fue. Violetta decidió esperarle dibujando.
Pasaron las horas y el no volvía, enseguida se acabarían las visitas y no le había visto. Enfadada guardó sus cosas y se encaminaba hacia el ascensor cuando Leo la interceptó y la frenó.
- Antes de irte. Acompáñame.
Ella no estaba de humor, había estado todo el día esperándome, pero aún así aceptó. Los dos se dirigieron hacia la azotea del hospital. Al abrir la puerta Violetta se encontró con una mesa, donde había dos sillas, y otra llena de comida, también estaba todo iluminado con bombillas. Leo se dio la vuelta para estar cara a cara con ella.
- Toma tu pasaporte.
Ella extrañada lo abrió y vio que había escritos muchos países distintos.
- Hay comida de todo el mundo y con tu pasaporte puedes ir a donde quieras. Solo tienes que poner el sello.
Leo la acompañó y empezaron a comer comidas de todo el mundo. A Violetta nunca nadie le había hecho algo semejante y le encantó. Después de cenar, Leo puso música y empezaron a bailar. Era una canción lenta por qué tampoco él podía bailar nada muy movido ya que le faltaba media pierna.
Finalmente ella miró la ciudad toda iluminada por las luces y por la luna. Leo se acercó a ella y le susurró:
- Tienes que aprender de la luna porque aunque se encuentre siempre sola nunca deja de brillar.
- Te besaría la misma cantidad de veces que he respirado.
- Pues tienes todo el tiempo del mundo, porque no me pienso separar de ti.
Y bajo la luna y las estrellas los dos siguieron bailando.

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