CAPÍTULO 4

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Leo se encontraba en su habitación cuando una enfermera fue a buscarlo para ir a rehabilitación.
Una vez allí vio a una nueva chica. Era bastante mona, tenía el pelo largo y rubio. Pero no se podía comprar a Violetta. Aún así se acercó para hablar con ella.
- Hola soy Leo.
- ¿Y a mí que?
- Eh tranquilita. Que yo sólo quería ser amable.
- Ya claro. Todos los tíos sois iguales. ¿Te crees que por ser bueno té vas a meter en mis bragas? Pues lo tienes claro.
- Oye, para el carro. Yo tengo novia.
- Como si os importaran los sentimientos de las mujeres.
La chica rubia se fue de allí. Leo no entendía nada, solo quería ser amable con ella nada más. Además él solo tenía ojos para Violetta.
Cuando volvió, su novia se encontraba sentada dibujando. Se acercó hacia ella y se dieron un beso.
- Ya me han dicho que estabas en rehabilitación. ¿Qué tal?
- Bien. Bueno he conocido a una chica bastante...como lo diría...rara.
- ¿Qué ha pasado?
- La he saludado y me ha dicho que no pensaba tener nada conmigo y un montón de cosas más. Yo solo quería ser amable. Tú ya sabes cómo soy.
- Pues vaya...
- Bueno ¿Y tú qué tal?
- Bien. Al parecer la enfermera no comprará la casa. Dice que es demasiado cara.
- Vaya... Que mal...
- Tendré que seguir buscando.
Leo la cogió de la mano y los dos se miraron tiernamente.
Pero enseguida escucharon un ruido y los dos se giraron hacia la puerta. Se trataba de la chica de antes.
- ¡Argh! ¡Qué asco! Sois demasiado empalagosos. Cuando esté aquí espero que no hagáis eso.
Lo dos se extrañaron. ¿Cómo que cuando esté aquí?
- Oye ¿de qué hablas?
- Tengo una buena noticia. Soy tu nueva compañera de habitación.
Pero era una chica. Tenía que haber alguna confusión. Enseguida entró un médico y se lo aclararían.
- Perdona pero aquí hay una confusión. Los chicos y las chicas no pueden compartir habitación.
La chica rubia mientras comía un chicle parecía que se lo estaba pasando bien.
- Lo siento Leo pero tenemos todas las habitaciones ocupadas y la tuya era la única libre.
Y tan rápido como vino se fue. Los dos se quedaron mirando a la chica.
- Soy Amber.
A Leo no le gustaba nada, había algo en ella que no era agradable. Enseguida volvió con su novia, intentando no hacerle caso pero era imposible si estaba comentando todo lo que hacían.
- Amber nos puedes dejar.
- Leo...
- Hazle caso a tu noviecita. Aunque no sé qué ves en ella, es una mosquita muerta. Además ni siquiera tiene un buen cuerpo.
Esto ya era la gota que colma el vaso. Leo no iba a aceptar que tratara así a su novia.
- A ella la dejas en paz. Que no te ha hecho nada.
- Leo por favor tranquilízate...
- Estoy harto de este tía. Que problema tienes ¿eh?
Ella solo río maliciosamente. A Violetta tampoco le gustaba pero no podían hacer nada. Así que lo mejor sería que la aguantaran hasta que hubiera sitio y la cambiaran.
Ya era de noche y Violetta se había ido. Estaban solo Leo y Amber. Él leía tranquilamente su cómic cuando Amber, provocativamente, fue avanzando a cuatro patas por la cama de Leo.
- ¿Qué haces?
- Lo que te he dicho hoy no era cierto. Me muero de ganas de hacerlo contigo.
Cada vez se acercaba más. Pero él la apartó. Quería a Violetta.
- Si es por tu novia no te preocupes. No se enterará. Además yo no quiero nada formal. Solo hacerlo y disfrutar. Nada más.
- Oye te equivocas conmigo.
- Tranquilo algún día caerás. Todos lo hacen.

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