Genial, más personas con las que tendré que convivir

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—Vamos, no me digas que vas en serio.

¿Creen que mi situación daba pena? Pues que mal, porque ahora esto está por ponerse tan cliché como las nuevas películas de Disney Channel.

Dos palabras: nuevos vecinos.

Yupi.

—¿Acaso crees que miento, hijo?— Mi madre dejó de picar pimentones en la mesa y me miró.— Sí, tenemos nuevos vecinos. Y, por suerte, sus hijos no son de tu edad.

¡Aleluya! Viva mi suerte. Oh no, esa es su cara de pero. No me gustan los peros.

—... pero...

Bingo.

—... son bastante chiquillos. Siete años. Chico y chica. Mellizos. Probablemente quieran ver al "chico grandote" de al lado.

Genial. Ahora voy a ser objeto de acoso por dos chiquillos. Mucho mejor, mamá, es justo lo que quería.

— ¿Y no hay manera de hacer que, no sé, un grupo de ratas "accidentalmente" lleguen a su casa, o...

— OLIVER.

— OK, OK, los trataré bien. Pero no he firmado para nada que se relacione con la palabra "cuidar", ¿entendido?

Mi madre sonrió y me dio una palmadita en el hombro.

— Si lo sé, tesoro.

Asentí y subí a mi habitación. Puse la canción "Water" de Pentatonix (Háganme un favor y búsquenlo. Es lo mejor) y cerré mis ojos.

Me puse a pensar sobre la escuela. Conocí a Alaska y Pip (Las Señoritas muchosas), al enamorado y seco Jasper, y al grandullón Charlie. Ninguno de ellos había sido malo, pero no... no me juntaría con ellos. No es de malagradecido, no. Pero no me sentí muy bienvenido allí.

Por el otro lado, estaba Zoe. Wow, le debía una por ese verso. Se veía muy simpática, y ella también era muy tímida. No lo sé, quiero acercarme a hablarle, pero... Es complicado. Es demasiado complicado para un asunto tan simple.

"Timid heart, hide my scars.
Make me stronger."

En fin, sus palabras resonaban en mi cabeza y me hicieron pensar; debo ser valiente. Debo ocultar esta parte de mí y ser más fuerte, debo...

Sí, claro.

Como si fuera capaz de eso. La timidez no se quita con una canción, tomen nota.

Suspiré y me levanté de la cama a buscar lo que realmente me causó la canción; quería un vaso de agua.

Abajo estaban (redoble completamente innecesario de tambores por favor) los vecinos, una pareja y sus hijos mellizos. Algo extraño, porque eran tan distintos como la noche y el día. Él tenía pelo color chocolate, ella color zanahoria. Él era alto para su edad, y ella bastante bajita. Él tenía anteojos, ella tenía flequillo. Lo único que tenían en común eran sus brillantes (y digo BRILLANTES) ojos azules.

Estaban en la alfombra viendo Bob Esponja (Que sorpresa) y compartiendo una bolsa con papas fritas. Cuando me vieron, ambos saltaron y corrieron hacia mí, inmediatamente preguntándome de todo.

—¡Somos tus vecinos! ¿Quieres ser mi amigo?

—¡No, mejor se mi amigo!

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