Claro, tenían que ser zombies

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—¡Oliveeeeer!!!!

Oí el grito de Fiona en la salita, así que dejé mi libro en el mesón y subí las escaleras. Arriba me encontré con una escena creada por el mismo Spiderman.

No sé cómo lo logró, pero estaba completamente enredada en un complicado laberinto de lana. Hace tan solo unos minutos, ella estaba sentada tranquilamente haciendo su tarea, que consistía en un collage de su familia, pero al parecer la pequeña no supo estarse quieta.

Separé los nudos con mis dedos, desenredado el hilo de entre los muebles hasta que Fiona quedó libre.

—Niña, explícame una cosa. ¿Cómo diablos lograste hacer eso?—exclamé.

—Verás, estaba haciendo el pelo de mamá con esta lana cuando escuché un ruido y... pensé que eran zombies.

—Pensaste que eran zombies, claro—Puse mi mano el la frente con frustración.— .Pero ¿qué tiene que ver esto con la historia?

—Bueno, yo me quise defender y para que los zombies no me atacaran, intenté hacer un fuerte.—la miré, sacudiendo mi cabeza, pero ella continuó— Es que como los zombies no piensan, terminarán tropezándose con el hilo. ¡Era el plan perfecto!

Rodé mis ojos.

—Está bien, pero ya vuelve a tu tarea, ¿Quieres?

—Ya voy, ya voy.—dio saltitos hasta volver al escritorio— Y Oliver, gracias por salvarme.

—Sí, sí, de nada.—Rodé mis ojos y bajé las escaleras.

Los vecinos vinieron a nuestra casa para una cena de bienvenida que organizó mi madre. Por supuesto, trajeron a los niños con ellos.

Nick no era un problema, se sentaba a leer cómics en mi pieza. Pero Fiona... esa niña no tenía un botón de apagado. Supuse que al hacer un trabajo para la escuela lograría centrarse y hacer algo productivo, pero al parecer la invasión zombie era mucho más importante.

En el comedor, los señores... de hecho, no sé cuales son sus apellidos, debo preguntar. El punto es que seguían conversando con mamá y Evan, que intentaba por todos los medios relacionarse conmigo. Ya se estaba haciendo tarde y me pregunté por qué no se van a su casa, si tienen dos hijos pequeños que deberían acostarse temprano.

En ese instante sentí vibrar a mi celular en mi bolsillo. Número desconocido.

Tragué saliva y tomé aire antes de contestar.

—¿Aló?

—¿Oliver?—su voz se escuchaba algo distorsionada por el teléfono, pero la reconocí al instante— Soy yo, Zoe.

Vamos, saluda.

Eh... ¿Aló?

Sa-lu-da. Dios mío, pero que pedazo de galán.

—¿Oliver, me escuchas? —alzó la voz— Soy Zoe. De la escuela. Austin me pasó tu número.

—Yo... sí, sí, te escucho—¡Oh, miren! ¡El chico sabe hablar!—. ¿Qué necesitas?

—Verás, ehm, se me olvidó anotar la tarea de matemática, ¿Tú la tienes?

—Déjame ver, ¿sí?—dije, avanzando hacia mi mochila. Allí estaba la famosa tarea— ¡Oh! Sí, la tengo.

—¡Genial! ¿Me dictarías los ejercicios, por favor?

—Sí, voy. Son tres páginas del texto: de la 63 a la 65. ¡Ah! Pero sin el ejercicio A de la página 63. Ese está mal hecho. Y... eso—dije, finalmente.

—Ajá, gracias Oliver.

—Sí, claro.

Silencio.

—Así que...—continué—eso.

—Sí... eso.

Aplausos, por favor, estos chicos son la viva imagen de la interacción humana.

—Eso sería un adiós, supongo—rompió ella el silencio.

—Ajá, adiós Zoe.

—Te veo mañana, Oliver—y cortó.

Evan me miraba con ojos confusos. Hizo un gesto leve con la cabeza incitándome a acercarme.

— Oliver, los señores Jensen aquí tienen una oferta que te puede interesar.

La vecina, una señora de pelo corto negro sacó de su bolso un folleto con una foto de la universidad de arquitectura de Boston en la portada.

—El señor Jensen y yo estamos dando becas a jóvenes talentosos para ingresar a esta universidad, de la cual mi hermano es profesor. Hemos oído grandes cosas sobre ti y tus notas, así que queríamos ver si te interesaba aplicar.

Me falló la lengua. ¿Una beca? ¿Para mí? Esto no podía ser verdad. Miré a mi madre y ella me miraba radiante. Claramente estaba orgullosa.

—Wow, es un honor. Tendré que considerarlo.

Tomé el folleto y agité la mano del Sr. Jensen, con una visión ahora mucho más positiva de mis nuevos vecinos.

Subí la escaleras de dos en dos, hasta llegar a mi habitación donde encontré una montaña (y cuando digo una montaña, digo una ruma tan alta como yo) de libros, apilados junto a la cama. Entre todo el desorden, encontré unos ojos celestes que leían atentamente un libro.

¿Acaso estos niños no entendían la idea del orden?

—¿Nick?

Él me miró inocentemente.

—¿No crees que los libros no van allí?—alcé una ceja. Levanté el libro más cercano y se lo arrojé.

Nick atrapó la novela, sonriente, y se puso a levantar libros.

—Yo le dije que no lo hiciera, Oliver, en serio.—Una cabecita pelirroja entró a la habitación con los brazos cruzados. Intentaba parecer seria, pero terminó venciéndole la risa.

—Ya, ustedes dos, ordenen, que sus padres ya se van.

Y era cierto. Escuchaba el tintinear de cubiertos y vasos siendo levantados, más el murmullo de mis padres despidiéndose.

***

Los Jensen ya se habían ido a su casa, así que yo finalmente me pude acostar para escuchar música tranquilamente.

Puse Spotify en aleatorio y cerré los ojos para escuchar la letra de mi primera canción:

Happiness hit her, like a train on a track.
Coming towards her, stuck still no coming back.
She hid under corners, and she hid under beds.
She killed it with kisses, and from it she fled...

Sonreí. Me acordaba perfectamente de escuchar a Mackenzie cantando esta can-

Espera.

Mackenzie.

Oh no. Estaba en grandes problemas.



N/A

Hola holiwis!!

Finalmente ha vuelto Contraseña!

Lamento haberla pausado, pero este año he estado muy ocupada y no he podido ni pensar en capítulos. Prefería esperar a continuar la historia como es debido antes que hacer capítulos de "relleno".

En fin...

¿Qué les pareció? ¿Quién creen que sea Mackenzie?

Oliver, Oliver, estás en problemas...

Y bueno, eso será por hoy. Intentaré publicar más seguido, ahora que tengo tiempo.

Adiosito,

Eli

PD: Gracias por esperar chiquis. ❤️❤️❤️ Se merecen un trofeo a la paciencia.

¿Contraseña?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora