Capítulo 12: Placer MINI MARATÓN 2/2

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-Gracias- Besé su mejilla- No sé qué haría sin ti.

-Vamos a comer- Me tomó de la mano.

Sin pronunciar nada lo seguí hasta una mesa vacía con seis bandejas.

-Tenemos más comida para nosotros- Intentó subirme el ánimo.

-Ya no tengo hambre- Me senté a su lado.

-Vamos- Me cogió por los hombros- Sabes que pronto todo volverá a ser como antes.

-No, no lo sé.

-Yo si así que tienes que confiar en mí- Se echó una papa a la boca- ¿Cofias en mí o no?- Trató de meterme una papa a la boca.

-No me metas la comida a la boca- Reí.

-Entonces come.

-Ok- Abrí una hamburguesa- Si confió en ti.

-Ves, todo va a estar bi…

-Pero no confió en que ellos confíen en mí- Le di una mordida a la apetitosa hamburguesa.

-Créeme que lo harán.

-¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?

-Hay cosas que solo los mejores amigos saben- Cerró un ojo en mi dirección.

Me límite a tan solo comer, no estaba de ánimos si quiera para ser optimista.

-¿Quieres venir mi casa?- Le pregunté mientras caminábamos por la vereda.

-Claro- Sonrió- Últimamente no hemos tenido nada de tiempo para nosotros- Pasó su brazo por mis hombros- ¿Cómo esta Pía?

-Bien- Metí mis manos en los bolsillos del pantalón.

-No estés así.

-Lo siento- Me es inevitable- Sabes- Me detuve… pensándolo mejor quiero estar sola.

-Pero…

-Por favor, necesito dormir- Le rogué.

-Con una condición.

-¿Cuál?

-Que me dejes dejarte por lo menos en la puerta de tu casa.

-Como quieras- Encogí mis hombros.

-Lo tomaré como un sí- Me abrazo por detrás.

-Hueles a frituras.

-Tú también- Me soltó.

-Tengo hambre- Se sobó el estómago.

-¿Hambre? Te comiste tres bandejas llenas de comida.

-Y una cajita feliz- Alzó un dedo.

-Verdad… Eres un cerdo- Le pegué en el brazo- Adiós- Besé su mejilla.

-¿Segura que no quieres que me quede?- Abrió la puerta de mi casa.

-No, estoy bien- Fingí una sonrisa- Adiós- Cerré la puerta rápidamente.

De inmediato apoyé mi espalda contra la puerta en tanto de a poco comenzaba a desmoronarme hacia el piso.

-¿Estás bien?- Preguntó Pía.

-Yo… Emm… Sí- Me paré disimulando las lágrimas.

Subí corriendo las escaleras para acto seguido encerrarme en mi cuarto. Me lancé a la cama y sin culpa solté toda esa agua retenida. No sé ni cómo ni a qué hora pero de un momento a otro todo se tornó negro y oscuro.

-Hermosa- Un susurró me sacó de aquel trance- No te asustes, soy yo- Me giré y hallé sus brillosos ojos.

-¿Qué haces aquí?- Sentí sus manos acariciar mi cintura.

-Pensé que necesitabas hablar.

-No sé si eso es lo que necesito.

-¿Qué necesitas?

-No lo sé- Me senté en la cama.

-¿Puedo besarte?- Acarició mi rostro.

-¿Qué?

-¿Me dejarías besarte aunque sea una vez más?- Se mordió el labio.

-¿Por qué dices una vez más?- Apoyé mi mano en su pierna.

-Sé que al final de todo esto acabaras decidiéndote por alguien… y estoy seguro que ese alguien jamás seré yo.

-¿Por qué piensas así?

-No ves todo lo que ha pasado- Deslizó la mano por su rostro.

-Todo te termina llevando a una persona que no soy precisamente yo- Hizo una mueca.

-Te quiero- Lo abracé.

-¿Y a él?- Me soltó.

-También lo quiero.

-¿Cómo puedes querer a dos personas al mismo tiempo?

-No lo sé. ¿A ti jamás te ha pasado alguna vez?

-No- Negó-Yo solo te he querido a ti.

¿Qué puedo decir? En algún momento las palabras finalmente terminan siendo tardas e innecesarias.

-¿No me vas a decir nada?

-No, nada que tú no sepas.

-¿Qué se supone que es lo que yo sé?

-Qué te quiero y nunca jamás podría dejarte ir- Puse mi mano en su pecho- No hasta que mi corazón deje de latir por ti…

Sus labios se acoplaron a los míos. Me sentó sobre sus piernas sin detener en ningún

momento el beso. Sus manos pasaron de mis hombros a mi cintura en tanto yo pasaba un dedo por su cuello.

-Dime que no vas a parar.

-No a menos que tú lo quieras- Sonreí.

-Eso no es lo que yo quiero.

Su lengua indecisa rozó mi cuello, al rato se acompañó de sus cálidos labios.

-Sé que te encanta que lo haga- Mordió mi cuello.

-Sí- Cerré los ojos- Me encanta.

-¿Y sabes que más te encantará?

-¿Qué?

-Ya verás- Sonrió malicioso.

Sin pena deslizó el chaleco por mis hombros y sacó mi polera.

-Tú tan solo déjate llevar- Me recostó en la cama con sumo cuidado. 

Se dejó caer sobre mí con los codos apoyados a mis costados en tanto miraba ansioso

mi cuello. Sus besos fueron bajando… Pasaron por medio de mis pechos y se situaron en mi estómago.

-¿Te gusta?- Subió levemente su vista.

-Sí- Cerré los ojos al sentir un mordico por debajo del ombligo- Me encanta- Susurré.

-¿Enserio te gusta?- Preguntó una voz que definitivamente no era la de Harry.

-Mi’erda- Murmuré al ver a Liam entrando por la ventana.

-Y yo que venía a verte- Me puse velozmente la polera.

-Liam…

-No- Negó con la cabeza- No puedo- Se llevó las manos a la cara.

-¿Qué no puedes?- Me puse de pie.

-Te importaría dejarnos solos- Le dijo aHarry.

-¿Eso quieres?- Me miró.

-Sí- Suspiré.

-Cualquier cosa llámame- Salió por la puerta.

-¿Qué quieres hablar?

-No quiero hablar.

Me tomó por la cintura y me hizo retroceder hasta quedar tumbada en la cama.

-¿Qué quieres?- Pregunté al sentir como él se me echaba encima.

-Placer…- Susurró metiendo sus manos por debajo de mi polera.

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