4. Regreso a Casa

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POV Brianna

Me levanto temprano, pero cansada. Anoche se me hizo difícil conciliar el sueño después de hablar con Camelia y me diera su absurdo punto de vista respecto a Dante Williams. No puedo creer que piense que yo le gusto a ese sujeto, si se la ha pasado fastidiándome y tratándome de la peor manera.

En toda la noche no pude sacármelo de la cabeza. Maldito patán.

Después de bañarme y organizar mis cosas, me coloco ropa, que en esta ocasión será un pantalón de jean gris, una remera ceñida blanca, una americana negra y zapatos negros de tacón bastante altos. Llamo a la recepción para que tengan lista mi cuenta para pagar e irme inmediatamente. Necesito alejarme de éste lugar lo más rápido posible.

Tomo mis cosas y bajo acompañada de un botones, quien se encarga de mi maleta más pesada. La recepcionista me informa que mi cuenta ha sido cancelada en su totalidad, pero no me dice quien lo hecho. ¿Me pregunto quién la habrá pagado? No creo que haya sido Dante, él me odia. Me niego a pensar que haya hecho algo bueno por mí. Quizás sus padres... Sí, debieron ser ellos. Después de todo había quedado en enviar el auto.

Salgo del hotel y levanto mis cejas al verlo delante de mí, apoyado al Mercedes Maybach que me trajo hace dos días. Lleva jeans azules, remera blanca, chaqueta de cuero negra y botas de estilo militar. Simplemente perfecto.

—¿Qué haces aquí? —pregunto cuando llego junto a él, pero me sorprende cuando me toma de la cintura y me pega a su cuerpo, haciéndome jadear.

Gracias a mis tacones, quedo casi a su misma altura, y eso que no soy de estatura baja. Afortunadamente.

—Serás mi esposa. No puedo dejar que andes pasando pesares.

Me da un suave y casto beso rozando mis labios que calienta mi cuerpo entero y me deja con la piel hormigueando. Abre la puerta para mí y rodea el auto sentándose a mi lado. Arthur sube después de guardar mis cosas y tomamos camino al aeropuerto en completo silencio.

Una vez en el aeropuerto, me acompaña hasta la taquilla a registrarme, siempre a mi lado sujetando mi mano y sin decir una palabra. ¿Me pregunto qué le habrá picado al idiota?... No presto atención a sus tonterías y sigo igual de impasible, ignorando el calor en mi cuerpo a pesar del frío que se ciñe sobre la ciudad.

Termino de registrarme y me acompaña a la sala de espera. Se sienta con celular en mano a revisar correos, pero no suelta mi mano. Pero lo más extraño es cuando empieza a acariciar mi mano con su pulgar.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunto con total seriedad e incomodidad.

—¿De qué hablas?

¿A que estará jugando? Trato de soltar mi mano, pero la sujeta más fuerte.

—¿Por qué no me sueltas? —vuelvo a preguntar rodando los ojos.

—Estamos en público. ¿No debemos parecer una perfecta pareja enamorada?

Se me acerca y me vuelve a besar.

—Suéltame —digo en voz baja, pero es evidente mi molestia.

—No —susurra sin borras esa estúpida sonrisa de su estúpido rostro.

—Necesito ir al baño. ¿O también pretendes acompañarme hasta allí?

—No me molestaría.

Ensancha su sonrisa y me hace enojar aún más.

—Idiota.

Tiro de mi mano con disimulo y por fin la suelta.

—Hermosa chica borde —susurra.

Casado Con Mi Pequeña (Sin Editar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora