Capítulo... 10 (creo).

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Un mes pasó volando, un mes en el que había follado con Mía al menos dos veces por semana. Ella había terminado por soltarse y admito que desde que se había librado de la vergüenza, el sexo entre nosotros era espectacular. Nunca pensé que educar a alguien sexualmente pudiese ser tan satisfactorio para mi, Mía sabía lo que me gustaba, cuáles eran mis posturas favoritas y desde que ella misma me había pedido que le indicara como quería que me chupara la polla, me hacía unas mamadas increíbles.

Odiaba los días antes de las vacaciones, la Navidad se había echado encima y estaba desquiciado corrigiendo exámenes y poniendo notas. Era jueves por la tarde y después de terminar en el instituto había ido hasta la guarida, tras descongelarme me pedí una cerveza y me senté en una de las mesas con los últimos exámenes y trabajos que me quedaban para corregir, al día siguiente tenía que poner todas las notas sí o sí. Después de un rato Piti llegó con su habitual y exaltado estado de ánimo, se dejó caer a mi lado:

― ¿Qué coño estás haciendo?― me preguntó.

― Leyendo las cartas de mis admiradoras ¿a ti qué coño te parece que hago?― le gruñí.

― No lo sé, podrías estar haciendo una lista de todas las tías que te has tirado.

― Me halaga que pienses que podría llenar tantas hojas― le sonreí― pero estoy corrigiendo exámenes.

― Un lugar muy apropiado para hacerlo.

― ¿Verdad que sí? Anda, para ti este montón― le di a Piti un puñado de exámenes que me quedaban para corregir.

― ¿Pretendes que yo ponga la nota?― preguntó.

― Es nivel de instituto, hasta tú puedes hacerlo― Piti había empezado la carrera de historia del arte conmigo e hicimos dos años juntos hasta que él se cambió a antropología.

― Venga vale, me hace hasta ilusión.

Cuando el resto de nuestros amigos llegaron, nos encontraron a Piti y a mi discutiendo sobre si uno de mis alumnos debía aprobar o no. Piti era de la opinión de que merecía el cinco y yo le estaba diciendo que ese examen era una bazofia, finalmente Juan Hernández fue aprobado por petición popular... esperaba que mis profesores se hubiesen tomado la tarea de corregir exámenes más seriamente que yo.

Al día siguiente era viernes, por lo tanto había llegado el bendito fin de semana y para hacerlo más bonito, después del lunes sólo quedarían dos días antes de las vacaciones. Como he dicho, era viernes por la tarde y yo estaba en mi casa, con Mía:

― Oye, si vas a ponerte a cocinar deberías hacerlo desnuda― le dije antes de besuquearle el cuello e intentar persuadirla para que dejara de hacer lo que estaba haciendo, es decir la masa de unos sufflés de chocolate.

― Las manos quietas― ordenó golpeándome con una cuchara de madera.

― Ouch, no me pegues― me quejé.

― Pues déjame trabajar, esto casi está.

― Cuando has dicho que traías la merienda pensé que ya estaba hecha― refunfuñé lastimosamente.

― Anda, deja de incordiar y ponte a lavar todo esto.

― Muy bonito, tú cocinas y yo friego...― mientras lavaba los cacharros que Mía había ensuciado para preparar la masa ella rellenó los moldes.

― Toma, prueba esto― bañó el dedo en la masa que había sobrado y después prácticamente me lo metió en la boca.

― ¡Me cago en la leche!― exclamé después de chupar su dedo― esto está buenísimo.

SEX, DRUGS & ROCK'N ROLLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora