Cap. 13.

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Me sentí como una mierda cuando Mia me echó del hospital. Yo había convencido a los demás para que se fueran, para que volvieran a la fiesta o donde les apeteciera y mi intención era quedarme con ella hasta que le dejaran marcharse a casa pero me pidió que me fuera en cuánto tuve la ocasión de hablar con ella, y no me lo pidió de una manera amable. Simplemente me echó de allí como si fuera un perro. Me fui cabreado, en ese momento estaba ya hasta la polla de era y de camino a mi casa me convencí a mi mismo de que me daba igual lo que hiciera con su vida a partir de entonces. 

A partir de ese momento le hice la ley del silencio, ella intentó ponerse en contacto conmigo pero mi yo despechado se negó a contestarle las llamadas y los mensajes ¡qué le dieran por culo a la niñata de los cojones! El problema radicaba en que no verla, no follar con ella e incluso no hablar con ella me tenía de una mala leche impresionante, incluso estaba más irascible de lo que había estado antes de Navidad. Mis compañeros de piso huían de mi en cuanto me veían aparecer por casa e incluso Olivia había dejado de hablarme después de que la mandara a la mierda... definitivamente la cosa no podía seguir de esa manera. Intenté dejar atrás mi mal humor de la manera en que yo solía quitarme los problemas de la cabeza, follando. Tuve un montón de sexo esos días, tanto que perdí la cuenta de las tías con las que me había acostado, tampoco es que llevara una cuenta, pero bueno es un decir. Recurrí a toda mi agenda de polvos y también me enrollaba con la primera guarra de discoteca que se me ponía delante, además me estaba dejando un montón de pasta en drogas, a ese paso el que iba a terminar en el hospital era yo.

Por si mi espiral autodestructivo fuera poco tuve que acompañar a los alumnos de ultimo año al maldito viaje de fin de curso, el destino elegido finalmente fue Roma y no es que me queje, Roma es una ciudad que me encanta pero no tenía ningunas ganas de ir con una horda de adolescentes gilipollas y en compañía de otros dos profesores imbéciles. Vale, admito que los otros profesores que venían no estaban mal; uno era un profesor de inglés que rondaba los cuarenta y algo y era un tipo agradable, nunca había hablado mucho con él pero me caía bien. El otro acompañante era profesora de matemáticas y estaba como una regadera, creo que no le quedaban muchos años para jubilarse pero tenía una energía increíble. Al tratarse de un instituto pijo, los preciados alumnos no viajaban en autobús como suele hacerse en ese tipo de viajes, salimos en avión lo que me causó una gran alegría ya que no quería ni pensar en como hubiera sido el eterno viaje en autobús. El vuelo de Barcelona a Roma era corto así que nos plantamos allí en un santiamén, del aeropuerto fuimos al hotel y tras organizar el tema de las habitaciones con los chavales dejamos las maletas y nos fuimos a patear. El hotel era bastante céntrico, otra vez la ventaja de ser un instituto pijo, así que a ver monumentos por todas partes y yo venga a hablar y hablar sobre arte, me di cuenta que mientras estábamos en la Fontana di Trevi y yo les metía la chapa a mis alumnos que lo único que querían era sacarse fotos y ligar con lugareños, dos parejas de turistas de mediana edad pegaron la oreja y estuvieron super atentos a mi verborrea. Un poco más tarde, a la hora de comer, entramos en una trattoria en la que se podían hacer reservas online y que habíamos reservado desde Barcelona, los chicos se sentaron con su habitual jaleo en las mesas que estaban preparadas para nosotros y yo me puse a charlar con el dueño, en italiano, como si lo conociera de toda la vida.

― ¡Pero tu hablas italiano como si hubieras nacido aquí!― me decía el hombre entusiasmado, yo me reí e hice un gesto con la mano para quitarle importancia.

― No seas exagerado, Filippo― le dije― hace unos años pasé un verano en Florencia y perfeccioné el idioma, pero hay muchas cosas que me invento― me carcajeé.

― Ah, seguro que lo perfeccionaste con una chica ¿eh?― me dijo en tono pícaro.

― Eso no lo dudes― me volví a reír. Lo cierto es que mi estancia en Florencia me dio para conocer a muchas chicas.

SEX, DRUGS & ROCK'N ROLLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora