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Dolor. Eso es lo que sentía. Mi cabeza estaba a punto de explotar por el dolor... Pero no importaba.

Tampoco levantarme era una opción. Es decir, estaba atrapado bajo sus brazos y su pecho subía y bajaba sobre mi espalda.

Se notaba que estaba totalmente relajado y tranquilo, no como los últimos días, en donde no hacíamos nada más que discutir porque yo no quería comer o cosas así.

Me levanté a hacer el desayuno con sumo cuidado de que Mangel no se levantara.

Comencé a hacer unos panqueques, cosa que no hacía muy seguido. Obviamente, los quemé. Ya harto, tomé un pote con cereales y fui a editar el video de 50 cosas sobre mi, que ni siquiera había terminado pero ya vería que hacía.

No me veía feliz en él. Para nada. Estaba fingiendo.
















Odio fingir.

Sad EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora