Stockholm Syndrome |h.s|

Capítulo 17

La miré confundido. Definitivamente había perdido la cabeza. Ella no podía estar hablando enserio. Le había repetido una y otra vez que no la quería cerca, que la odiaba, que no me buscara más... sin embrago ahí estaba encima mio como si nada. No sabia que hacer, obviamente no era una posición cómoda para mí, pero a ella aprecia importarle muy poco. Al fin del caso ella sí estaba más que cómoda. 

Aimee de la nada empezó ha reír frenéticamente, antes de parar con el descriptible hipo de la borrachera. Esta gastada, y eso se notaba a  leguas. Estaba cansado de sus macabros juegos. Mi mente estaba agotada de tanto intentar descifrar lo indescifrable. Ella era un enigma, y en ese mismo instante estaba agotada. No podía seguir tratando de pensar igual que ella. No estaba tan jodido como para hacerlo, ni tan desquiciado como para comprender su ingenio fuera de lo común. 

Suspirando trate de ponerme de pie, pero no conseguí hacerlo. Las manos de la pequeña fueron directo hasta mi pecho mientras me empujaban una vez más hacia la cama. Para haber sido tan frágil y pequeña y para agregarle haber estado borracha hasta los codos, era muy fuerte... increíblemente fuerte. Su actitud me empezó ha molestar cuando se atrevió a empujarme hacia la cama como antes lo había mencionado. 

  — Aimee, quítate de encima, y vete a tu habitación. —  pedí cortante, no estaba para sus juegos mentales. 

— Shhh, no grite, me duele la cabeza. —  me calló poniendo sus dedos e la boca en señal de silencio. 

— Bueno, tal vez así aprendes a no emborracharte, eres una ebria loca. —  dije suspirando, tratando de ponerme en pie una vez más. 

— Y tú un malcriado niño rico. —  murmuró ella volviendo ha tirar de mi cuerpo hacia el colchón de mi cama. 

Me quedé en silencio, esperando así procesar lo que acababa de decir. Para ella era un niño malcriado y rico, probablemente se refería a que prácticamente no sabia nada de la vida real. Y para desgracia mía en aquel momento, lo que ella estaba diciendo era una verdad. Lo más difícil que me había tocado vivir era un supuesto secuestro, que si lo analizamos bien había sido unas vacaciones no buscadas. No me habían tratado mal, y si bien me dieron una golpiza, además de eso y del hecho de estar encerrado en este lugar nada peor había pasado. Estaba vivo y viviendo como un rey. No había mucho de que quejarme, pero me había molestado en sobre manera su comentario, sin embargo traté de calmar mi temperamento antes de intentar moverla de encima.

  — No te muevas, bonito —  murmuró antes de reír freneticamente y volver a empujar mi cuerpo hacia el colchón.   

  — No me llames bonito —  dije molesto y esta vez sí me pude levantar, mientras que Aimee cayó en el conchón sentada. 

Yo rápidamente salí de la cama encaminandome lejos de donde ella estaba. Aimee solo me observó un momento, antes de volver ha salir de la cama tambaleándose un poco en el proceso. Casi cayendose logró llegar a donde yo estaba observandola y de repente y sin esperarlo sentí su mano impactando mi cara. Me había dado un golpe, sonoro y doloroso. 

  —  Entiende algo, bonito, tú eres mio, y eso ni tu ni nadie pueden cambiarlo. —  susurró arrastrando las palabras como cualquier persona ebria lo haría, sin embargo el mensaje que había transmitido era claro y conciso. 

  —  No soy tuyo, preciosa. Lamento desmentirte. 

—  Pues te jodes, porque ahora eres parte de mi propiedad, y puedo hacer lo que quiera contigo, niño tonto. —  dijo muy cerca de mi oído antes de que con sus pequeñas manos tomara con fuerza mi pecho estampandolo contra la pared.  

La observé un momento, atónito. No entendía que era lo que estaba pasando. Sin embargo mi razón fue nublada una vez ella estampo sus sedientos labios en los míos. Buscaba algo, era desesperada, queriendo más y más. Me odié por un segundo. No pude contener el deseo de besarle de igual manera. Aunque me diera repulsión pensar en todo lo que ella había hecho, no podía simplemente parar lo que quería hacer. Era algo enfermizo, algo que hasta el día de hoy aun no entiendo. 

Atrás había quedado la cohibida y dulce niña inocente. Solo quedaban de ella los ojos grandes y sinceros, que en aquel momento estaban llenos de lujuria y deseo. Ella se había convertido en una pequeña fiera y aunque me costara aceptarlo, me encantaba su nueva careta. 

Después de algunos tormentosos segundos en los que solo sentía su cálida lengua en mi boca, tomé el control de mi necio cuerpo y me obligué a parar mis acciones, alejándome de la pequeña niña que me miraba extrañada. 

— ¿Qué haces? ¿por qué te detienes? —  murmuró en aquella ocasión con molestia plasmada en su tono de voz. Sus palabras aún estaban siendo arrastradas y su entendimiento aun estaba nublado por el efecto de aquel  liquido que nos hace olvidar quienes somos. 

—  Aimee, tenemos que parar esto. No es lo correcto. — dije tratando de ponerme en pie, sin embargo una vez más me lo impidió la chica ojiazul. 

— Eres un idiota —  me contestó riendo fuerte, como una desquiciada antes de volverme ha besar con igual fervor que antes. 

Y una vez más me volví a perder en sus dulces pero engañosos labios... era como un adicción, en aquel momento jugaba con fuego, y ni siquiera me había percatado de ello. Era una peligrosa combinación, que muy pocas veces veía mezclada, el licor y a Aimee. 

Como si hubiese sabido lo que estaba pensando en aquel justo instante, ella tomó mis brazos con una fuerza que no entendí de donde había sacado. Me tenia prisionero, y muy en el fondo de mí, lo que más me molestaba no era eso. Sino el saber que me encantaba ser su prisionero, y que es ese momento me había dado por vencido. 

Ya no pelearía más con mi propia enferma y asquerosa adicción. En cambio dejaría que me consumiese por la noche, por una noche. 

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n/a: rápidamente mil disculpas, espero que les haya gustado el cap. No se les olvide votar y comentar que les pareció este apartado. 

Si no tienen que leer mis demás obras están ahí, más que todo mí nuevo proyecto The Grumpy CEO. 

pregunta: ¿qué pasara en el siguiente capítulo? 

bendiciones xx