Capítulo 4

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Comí con la ayuda de la extraña. Todo era tan raro y peligroso, sin embargo no lo sentía así. Era algo inexplicable, pero al lado de esa extraña de la cual ni el nombre conocía me sentía bien, me sentía en casa. Como si no estuviese secuestrado.

Me seguía sintiendo un poco débil y desorientado... supongo que era por consumir demasiados analgésicos o talves por la semejante paliza que el hombre me había dado.

Estaba muy distraído pensando en nada cuando la extraña zarandeó mi hombro para que volviera mi atención a ella.

— Amor... — se quejó y eso fue lo que me hizo volver a la realidad.

— Perdón. ¿Que era lo que me decías? — pregunté apenado. Ella era tan buena conmigo y yo ni atención le ponía.

— Te decía que tienes que bañarte... — susurro riendo.

Que sonido mas hermoso, pensé.

Permanecí en silencio sin saber que decir. No me agradaba la idea de la total dependencia en una extraña. Sí, me había dado de comer en la boca, sí, me había curado y me había ayudado a movilizarme. Pero bañarme era demasiado personal, demasiado dependiente.

Supuse que había captado mi silencio como duda, porque rió con algo que hasta el día de hoy no logro descifrar, tal ves seria ¿nostalgia? ¿tristeza? ¿o yo era el loco que oía cosas? De cualquier manera, oí como tragaba saliva sonoramente antes de hablar.

— Lo entiendo, amor. Saldré de la habitación y podrás tener tu momento en paz. Bañate y luego vendré para ver si necesitas algo. — murmuró levantandose de la silla.

Aun no comprendía cual era el problema con que la viera... Tal ves tenia ordenes precisas que yo no la viera. Aun no sabia nada concreto de este lugar así que podía ser cualquier cosa.

Lo ultimo que oí fue la puerta cerrarse. Todo quedo en silencio, no me moví de mi lugar por algunos segundos o talves fueron minutos u horas. No estoy seguro. Aun trataba de procesar todo lo que había pasado y tenia miedo, miedo a quitarme la venda y ver en donde estaba. La sola idea me aterraba por el simple hecho de no saber lo que me esperaba después de quitar mi venda.

Suspire armandome de valor y llevando mis manos a el nudo el la parte trasera de mi cabeza donde se sujetaba aquella venda que no me dejaba ver la realidad en la que estaba.

Cuando deshice el nudo y la venda cayó no me atreví a abrir los ojos. Supe en ese momento que una ves abriera los ojos todo se arreglaría en mi cabeza y mi sentido volvería a la cordura. Tenia miedo, pero no a lo que me esperaba aquí, sino a lo que haría al darme cuenta de mi estado tan vulnerable y patético. Sabía quien era en ese momento, y conocía como mi mecanismo de defensa trabajaba. Sabia que nada bueno pasaría si impulsividad y carácter regresaba a mi. Sabía que haría algo estúpido, y ante todo, sabia que todo lo que temía pasaría. Que una vez quitara abriera los ojos volvería a ser el mismo Harry Styles. El gran Harry Styles.

Debía afrontarlo, y por esa razón, abrí los ojos.

Me encontré con una habitación minimalista y austera, toda pintada de blanco y con muebles de madera oscura. Estaba en una cama grande con sabanas blancas y muchas almohadas, el piso era de madera, había largas lamparas a cada lado de la cama y las típicas mesas de noche al cada lado de la cama. Había a los pies de la cama un sillon blanco con cojines marrones, y enfrente de la cama, ropado a la pared un tocador con un gran espejo que dejaba ver mi demacrada figura.

Stockholm Syndrome |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora