Segundo Intento.

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Martes 6:30 pm. Luego de pasarme desde las cuatro rodeada de cuadernos de literatura, historia, biología etc, mama llego del trabajo y nos animamos a hacer lasaña de cena. Estábamos las 2 en la cocina, rodeadas de ingredientes. Ella cocinaba la carne y yo me encargaba de la pasta y la salsa. Habían pasado 5 días de nuestro desacuerdo en el patio y las 2 actuábamos como si nada pasara.

Esto no puede seguir así. El nudo en mi garganta crecerá tanto que en algún momento me matara por falta de oxígeno.

-Mama...

-¿Hm?

-¿Porque no me dijiste lo de la universidad?

Ella dejo salir un largo suspiro antes apagar el fuego de la carne.

-Son problemas de adultos Daisy, no tienes por qué saber de ellos- dijo mientras agregaba un poco de pimienta a la olla.

Ahí está otra vez eso de problemas de adultos. Estoy cansándome de esa excusa ¿Alguna vez les conté como fue que murió papa?  Fue de cáncer. Primero empezó en su páncreas y luego se extendió a todo su cuerpo. Pero yo no sabía esto. Debieron verme la cara en el hospital cuando el doctor vino y dijo: el paciente Jackson O'Donell ha muerto a causa de su cáncer.

Y para completar no es algo que me hubieran estado ocultando durante unos cuantos meses. Fuero doce años ¡DOCE! Mi padre había tenido cáncer desde que tenía seis y yo no tenía idea.

Cuando le pregunte a mama porque no me había contado semejante cosa, esta fue su respuesta: Eres una niña Daisy ¿Cómo iba a explicarte que tu padre tenía los días contados? Con palabras mama, así de fácil. Si hubiera sabido eso antes, habría tenido tiempo de prepararme para cuando le llegara la hora.

-¿Podrías confiar un poco más en mí? – le pedí frunciendo el ceño –. Soy más fuerte de lo que piensas mama ¡no voy a derrumbarme tan fácilmente!

Ella encontró mi mirada. Se acerco y con ternura puso  su mano en mi mejilla.

-Sé que eres fuerte, pero ¿qué clase de madre seria si pongo toda esa carga sobre ti?- pregunto con tristeza en sus ojos.

-Y... ¿Qué clase de hija seria yo si dejo que lleves toda la carga tu sola?- dije poniendo mis manos en sus hombros -. Puedes contar conmigo para lo que sea mama, no vuelvas a guardarme secretos.

Ella lo medito un segundo. Pude imaginarme los mil y un pros y contras que le estaban pasando por la mente, pero al final se rindió  dejando salir uno de sus largos suspiros.

-Está bien– dijo con una sonrisa

-Gracias.

Nos miramos en silencio unos segundos hasta que un olor a quemado nos devolvió la realidad.

-Apagaste el fuego de la salsa ¿cierto? – me pregunto con una ceja alzada

Eh... no.

-Oopsy...

Oopsy Daisy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora