8. Irónica llamada al 911

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-Hey, linda – escuche a lo lejos –. Cariño ya tengo que cerrar, no puedes quedarte aquí.

Levante la cabeza de la mesa. "¿Cuándo me quede dormida?". Mire alrededor un segundo y encontré a la bibliotecaria frente a mi. "¿Por qué?"

-Ya es tarde, tengo que irme – me dijo la bibliotecaria en un suave tono de voz.

"Oh cierto". Estaba esperando a que Zackarias llegara. Mire el reloj en mi muñeca, me sorprendí al ver que eran pasado de las 7 pm. Tenía 3 horas esperándolo y el imbécil nunca llego.

Salí de la biblioteca. Ya estaba oscuro y hacia frio. Me subí el cuello de mi abrigo hasta casi taparme la mitad de la cara. Estaba más decepcionada que molesta ¿Cómo pudo dejarme plantada así? Este sujeto de verdad que podía ser cruel. Cuando di vuelta en la esquina para llegar a la parada del autobús, solo vi las luces traseras del vehículo desaparecer en la esquina.

Así que ahí estaba yo, sola en medio de la calle. Genial ¿Ahora qué? Solo faltaría que el condenado clima se volviera en mi contra.

Respire hondo. El próximo autobús pasaría en una hora mientras que mi casa quedaba como a 20 minutos en auto. En fin, me iría bien una caminata, pero de algo estaba segura, si veía a Zackarias no le diría nada, pero lo torturaría de todas las maneras que conozco... mentalmente.

Camine por las aceras mojadas rodeadas por edificios y catedrales antiguas, no es como si estuviera desierto. Liverpool cobraba vida de noche, pero todos preferían estar dentro de casa con este frio.

Ahg, se me congelan los dedos.

Doble en una esquina y tras entrar a Starbucks gaste lo único que tenía en el bolsillo en un late mediano. Faltaban solo tres esquinas para llegar a casa, camine en modo automático mientras me calentaba con mi café.

-Quieta – me ordenaron, junto a la acera había un sujeto que nunca había visto... apuntándome con una pistola - Si gritas te disparo – advirtió quitándole el seguro al arma –. Dame todo tu dinero niña.

Mierda.

-Yo... no te-tengo nada – dije, trataba de que mi voz sonara normal cuando en realidad mi café caería de mis manos en cualquier momento.

El chasqueo la lengua enojado y dio un paso hacia mi apuntando a mi cabeza.

-¿Qué no escuchaste? ¡Dame todo tu maldito dinero!

Rebusque en mi mochila y en mis bolsillos, no tenía nada. Saque mi teléfono, eso era lo único relevante que llevaba encima. Tendí mi mano un poco temblorosa para dárselo al sujeto. El, sin dejar de apuntarme, me arrebato el móvil.

-Niñata estúpida – murmuro poniendo su dedo en el gatillo.

No puede ser. No, no puede terminarse así.

Oopsy Daisy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora