20. Roto.

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Mi mano se movía en modo automático sobre mi cuaderno de matemáticas escribiendo formulas y a su lado las respuestas sin necesidad de calculadora. Las tutorías me habían ayudado bastante. Incluso había subido de puesto del 33 al 21 en la lista de índice escolar. Estaba sorprendida de mi mejora pero no me sentía muy alegre. Contando hoy ya eran 5 días seguidos desde que Jared callo en coma y no daba señales de avance alguno.

Al llegar el almuerzo Forest y yo nos sentamos en nuestra mesa habitual, tratando de no fijarnos en lo vacía que estaba. Brook no había venido a la escuela desde el día del accidente. Ella era la que se estaba tomando peor todo el asunto. No comía, a juzgar por sus ojeras tampoco dormía, se pasaba todo el día en el hospital, su común actitud rebelde había desaparecido. Casi no hablaba y cuando lo hacía era con respuestas monótonas y cortantes.

- Chicos, ustedes dan pena – dijo una voz tomando asiento a mi lado- parece como si los dementores les hubieran succionado la alegría.

- Guillian...

El me saludo a mí y a Forest chocando puños.

– Bien, al grano. Daisy, creo que te tengo malas noticias.

Lo mire alzando las cejas.

-No contribuyas a esa lista, ya está muy llena. – conteste.

-Tu mama vendió la casa.

-Mierda- murmuro Forest, de pronto su plato de pasta se había convertido en la cosa más interesante del mundo.

-¡¿QUE?! – escuche mal, estoy segura de que escuche mal. -Estas bromeando ¿cierto?

El abrió la boca y la volvió a cerrar una... dos... tres veces

-Estas imitando a un pez o que imbécil ¡EXPLICATE!

Al llegar a casa después de la escuela la puerta de en frente estaba abierta, el auto de mama aparcado en la calle. Entre vuelta una furia a la casa y lance mi mochila a algún lugar en la sala con enojo.

-¡Samantha Brooklyn! – grite buscándola.

Su melena oscura y ojos azules se asomaron por la puerta trasera. Solo le vasto mirarme para saber que estaba infernalmente enojada y cuál era la razón.

-Te lo iba a decir ahora.

-¿Ahora? O sea ahora cuando ya le vendiste nuestra casa a sabrá dios que hijo de-

-¡Lenguaje!-

Me mordí el labio de ira. Entonces una figura alta, masculina, y apuesta se asomó desde atrás de mama.

Joseph Cross.

-¡¿Usted?!

Él era sin dudas un hombre apuesto, rico hasta el nivel que daba asco y de seguro podría a tener a cualquier persona comiendo de su mano con solo sonreírle. Pero acababa de meterse con mi santuario, mi hogar. El lugar que me vio crecer. Qué bueno que no tenía un cuchillo cerca, porque de ser así, me sentiría tentada a cometer homicidio.

-Daisy... - murmuro con su grave voz masculina.

Mama parada entre nosotros nos miraba con sorpresa.

-¿Se conocen? – pregunto,

-Es el papa de Jared.

-Es la amiga de mi hijo.

-Ah... - fue todo lo que dijo tras escucharnos responder sus preguntas a la vez.

Nos quedamos en silencio. Trate de tragarme mi enojo un poco para poder razonar con mi madre, por alguna razón ahora que sabía que el comprador era Joseph, me sentía mal estando enojada con él.

Oopsy Daisy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora